(2) LOS CHICOS DEL PUERTO, de Alberto Morais.

ESCAPADA A LA GRAN CIUDAD
El tercer largometraje del vallisoletano Alberto Morais, tras Un lugar en el mundo (2007) y Las olas (2011), exhibido en numerosos festivales del mundo, es una modesta producción rodada el verano de 2013 en Valencia y está protagonizada por dos chicos y una niña que parecen abandonados a su suerte por sus familias y por la sociedad y que deciden atravesar la gran ciudad hasta llegar al cementerio de Campanar para visitar el nicho donde acaba de ser enterrado un viejo amigo de su abuelo enfermo.
El recuerdo de Los chicos (1969) de Marco Ferreri resulta inevitable, destacando especialmente aquí la calidad técnica de la imagen y del sonido pese a la escasez de medios disponibles, constituyendo la película una especie de llamada de atención sobre la infancia desatendida y, sobre todo, un homenaje al barrio marítimo de Nazaret, invadido y destrozado por la ampliación del puerto valenciano y por el fallido proyecto urbanístico de La Punta. A destacar la entrañable mirada cinéfila a los restos, casi arqueológicos, de la terraza de verano Nazaret, sita en la calle Santa Pola, cuya última referencia documentada data de septiembre de 1964, con dos programas dobles semanales y la entrada al precio de 7 pesetas.
El film es un ejemplo perfecto de la construcción de un espacio virtual a partir de planos de lugares unidos por el montaje pero que no tienen continuidad geográfica alguna, mezclando escenarios reales modernos y antiguos, distritos céntricos y del extrarradio, todos ellos fácilmente reconocibles por quienes vivimos en la ciudad del Turia, que en esta ocasión aparece casi desierta.
Hay que reconocer la modernidad del lenguaje cinematográfico utilizado por Alberto Morais, con escasos diálogos y abundantes tiempos muertos además de calles y edificios retratados “al modo de” Antonioni, aunque sea discutible la funcionalidad narrativa de este dispositivo fílmico tanto por la pobreza psicológica de los personajes como por la débil dramaturgia que sustenta el relato. Realmente sorprenden un poco sus tres niños protagonistas por su excesiva ingenuidad ya que no parecen proceder de un castigado barrio urbano periférico desde el que, por cierto, viajan sin dinero en unos tiempos en que cualquier chaval dispone ya de su propio teléfono móvil.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.