(1) THOR: EL MUNDO OSCURO, de Alan Taylor.

LAS NUEVAS ANDANZAS DEL HIJO DE ODÍN
Una vez presentado el protagonista y desplegado su potencial superheroico en la respetable Thor (2011), una versión shakespeariana del Dios nórdico de Marvel dirigida por Kenneth Branagh, la emblemática editorial de comics USA continúa ensanchando su universo fílmico con la segunda entrega de este popular personaje creado por Jack Kirby y Stan Lee, cuya primera aparición se remonta al nº 83 de la revista Journey into Mystery en agosto de 1962.
Y fiel a los parámetros del folletín cinematográfico con los que ha cimentado una red de aparatosos blockbusters interconectados, Marvel Studios demuestra una vez más su predilección por la aventura clásica, sencilla y natural al configurar un divertido comic-book audiovisual cargado de efectismo digital, espectáculo pirotécnico y abundante sentido del humor. Thor: el mundo oscuro satisface, por tanto, a los lectores de toda la vida y a los neófitos del tebeo de marras, pero advierto que una producción mecánica de secuelas podría ser una mala estrategia a medio y largo plazo en la explotación del filón de las adaptaciones de personajes del cómic a la gran pantalla.
La elección de Alan Taylor, director de TV responsable de varios episodios de Juego de tronos, daba a entender la apuesta por la faceta más mitológica del personaje, pero todo es una maniobra de distracción para enfocar la atención en la acción pura y dura así como en la sucesión de gags que limita las posibilidades de maduración de un género que todavía está en proceso de desarrollo y consolidación. Siendo Watchmen (2009) un espejismo y Los Vengadores (2012) su mayoría de edad en cuando a su concepción comercial, todavía el cine de superhéroes no ha desplegado todo su potencial autorreflexivo que expanda sus fronteras más allá de la Edad de Oro del cómic estadounidense.
Si bien se incluyen alusiones a la existencia de otros superhéroes recordando su condición de pieza en un puzle mucho mayor, Thor: el mundo oscuro focaliza el protagonismo en el hijo de Odín. Eso es lo malo de haber parido el crossover definitivo del Universo Marvel: cualquier historia individual nunca llegará a la altura ni desafiará la envergadura del film que los unió a todos.
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