(2) CANÍBAL, de Manuel Martín Cuenca.

EL SASTRE DE GRANADA
Esta nueva película del destacado cineasta Manuel Martín Cuenca, libre adaptación de la novela homónima de Humberto Arenal y exhibida recientemente en los festivales de Toronto y San Sebastián, me ha decepcionado en gran medida por estar situada a medio camino entre el film de género —un suspense apoyado en determinadas reglas y convenciones— y un estilo realista adscrito al llamado cine “de autor”.
Este relato cerebral, frío y comedido, de ritmo pausado y lleno de elipsis, tiene como protagonista a Carlos —un magnífico y austero Antonio de la Torre—, un sastre solitario, virgen y secretamente depravado cuya relación erótica con las mujeres se limita a la antropofagia, guisando y comiendo sus cuerpos tras haberlas asesinado. Con los elementos puestos en juego —vetusta ciudad provinciana, profesión ancestral a extinguir, piso con muebles antiguos, ceremonias religiosas, oficios de Semana Santa, crímenes, represión sexual, locura, etc.— seguramente Buñuel habría realizado un esperpento brillante y corrosivo, desbordante de un humor sarcástico.
Martín Cuenca, por el contrario, se lo ha tomado todo en serio y por ello resulta un poco artificiosa esta película cuyo protagonista no está lo bastante estudiado, careciendo la mayoría de personajes de la complejidad requerida, con el resultado de haber construido un retrato de un psicópata sin mostrar sus más hondas y desquiciadas motivaciones. Por eso también parece impuesto ese final que sugiere la posibilidad de una redención por amor, con la caprichosa deriva desde lo más “negro” a lo romántico.
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