(3) PARAÍSO: ESPERANZA, de Ulrich Seidl.

CAMPAMENTO PARA ADOLESCENTES OBESOS
Este tercer episodio de la trilogía Paraíso está protagonizado por Melanie, una adolescente de 13 años que aprovecha sus vacaciones de verano para acudir a un campamento dedicado a la terapia de niños y adolescentes con sobrepeso, mientras su madre Teresa paga en Kenia los servicios sexuales de los jóvenes autóctonos y su piadosa tía Anna María intenta evangelizar a los vieneses alejados de la fe católica. Al igual que sus parientas, Melanie se siente también incómoda con su propio cuerpo, busca el amor y la felicidad pero sólo encuentra la soledad y el fracaso.
Las charlas sobre dietética y el ejercicio físico ocupan gran parte de su tiempo. Y sus íntimas confidencias con sus compañeras de habitación no la convierten en una Lolita precoz porque lo que ella busca realmente es enamorarse y perder la virginidad seduciendo al médico del recinto, que la supera en 40 años y que intenta resistirse a sus insinuaciones. No hay pues abuso de menores sino el patético deseo de ella de convertirse rápidamente en mujer. A esto se reduce su decepcionante primer amor. Se ha comentado que la saga Paraíso viene a testimoniar determinados aspectos de la Europa rica contemporánea: abundancia de medios materiales pero falta de equilibrio psicológico y de satisfacción personal, a lo que contribuye la abundancia de familias desunidas.
Película presentada en el festival de Berlín 2013, Paraíso: Esperanza es fruto también de una gran improvisación durante el rodaje, de un guión que describe situaciones pero no diálogos, de planos filmados cronológicamente en escenarios naturales, de una banda sonora que excluye la música, de una lograda mezcla de actores profesionales y amateurs y de un montaje creativo realizado con criterios abiertos en busca del resultado más satisfactorio. La trilogía contaba con un abundante material previo: 80 horas de metraje que fueron reducidas a menos de seis tras año y medio de trabajo en la selección y ordenación de los planos.
Una vez más, el eje narrativo está asumido por la protagonista, Melanie, con la que nunca se identifica sentimentalmente el espectador como consecuencia del uso de tomas de larga duración y de una cámara que adopta un punto de vista distanciado ante los acontecimientos ya que la ficción es mostrada de forma documental, con una fría objetividad que, sin embargo, nunca deshumaniza a los personajes.
Gran cineasta Ulrich Seidl. Por eso no dejaré de ver su nuevo proyecto: la vida secreta de los ciudadanos austríacos en los sótanos de sus viviendas.
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