(3) LA PIEDRA DE LA PACIENCIA, de Atiq Rahimi.

HAZ EL AMOR, NO LA GUERRA
Galardonada con varios premios en el Festival de Gijón, La piedra de la paciencia es una coproducción multinacional en la que el guionista Jean-Claude Carrière ha adaptado la novela Syngué sabour del escritor y cineasta Atiq Rahimi (Kabul, 1962), exiliado en Francia y diplomado en La Sorbona, que ganó el Goncourt 2008 con este alabado libro. El núcleo temático de la obra es la opresión de las mujeres, privadas de todos sus derechos, en el Afganistán de los talibanes y en los países islámicos en general, constituyendo un relato osado y subversivo que disgustará sin duda a los musulmanes aferrados a la tradición. La protagonista, encarnada por la magnífica actriz iraní G. Farahani, asume de forma única y exclusiva el punto de vista narrativo y mediante soliloquios va exteriorizando sus sentimientos y evocando sucesos del pasado, normalmente ilustrados con imágenes en flash-back sutilmente introducidas en el discurso fílmico.
Esta notable película tiene muchos puntos de contacto con la novela, también convertida en monólogo teatral, Cinco días con Mario (1966) en la que Miguel Delibes presenta a una viuda que nos revela sus más íntimas frustraciones rompiendo su largo y sumiso silencio ante el ataúd con el cadáver de su marido. En el duro y comprometido film de Atiq Rahimi el relato nos lleva al límite del sufrimiento humano mostrando a una mujer joven con dos hijas que, tras un humillante matrimonio de 10 años, debe cuidar a su esposo en estado de coma a consecuencia de una pelea banal. Este hombre paralítico e inconsciente materializa aquí la leyenda persa sobre la piedra mágica que consuela a las mujeres que le confiesan sus penas asumiéndolas hasta estallar una vez colmada por el dolor.
Lejos de todo esquematismo, el film destaca principalmente por sus diálogos, de una sinceridad y crudeza que rompe todos los tabúes, con los remordimientos de la protagonista bajo el peso de la religión y con sus contradictorios impulsos que basculan entre el afecto y el reproche, entre el sacrificio y el secreto deseo de aliviarse con la muerte de su opresor. Todo ello sin olvidarse de verter una feroz crítica contra la violencia, la guerra, el machismo, la hipocresía sexual, la miseria, la insolidaridad, la opresión familiar, el obligado burka, etc.
Si La piedra de la paciencia, de una perfección formal que impresiona (planificación, interpretación, montaje y ritmo excelentes), no llega a la categoría de obra maestra es, a mi juicio, por el abusivo empleo que hace de los elementos simbólicos, muy palpable en el artificio de algunas situaciones demasiado ligadas a su original literario.
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