(1) KICK-ASS 2, de Jeff Wadlow.

SUPERHÉROES DE PACOTILLA
La parodia del género superheroico, temática tan de moda en la actualidad, alcanzó el éxtasis cómico en la irreverente y provocadora Kick-Ass (2010), fidedigna adaptación del cómic homónimo de Mark Millar y John Romita Jr., reflejando en tono gamberro cómo sería la existencia de héroes enmascarados en nuestra ordinaria e imperfecta realidad, carentes de poderes sobrehumanos y de tecnología futurista, alejándose de la visión idealizada del justiciero clásico. Su inesperado éxito, traspasando incluso el ámbito friki al que estaba dirigido, irrumpió en el mainstream como un soplo de aire fresco, destacando por su estética rompedora que recordaba el origen gráfico de su referente, una hábil combinación de humor-violencia y una desmitificación de las superproducciones protagonizadas por héroes Marvel y DC. Resultaba previsible, por tanto, la llegada de una secuela que diera continuidad a las aventuras de nuestro particular protagonista, un nerd aspirante a paladín de la Justicia, y de su implacable homóloga.
El responsable de sustituir a Matthew Vaughn tras las cámaras es el discreto Jeff Wadlow, especialista en películas destinadas al público juvenil, aunque aquél permanezca en el film como productor. Aunque logra mantener el mismo grado de pitorreo que su antecesora, Kick-Ass 2 no puede evitar su semblante repetitivo y su condición de mera prolongación, a pesar de trasladar al celuloide el contenido de Kick-Ass 2 y de Hit-Girl, las nuevas entregas de Millar y Romita Jr. Perdido el factor sorpresa, tanto personajes como situaciones pecan de un molesto déjà vu que persiste a lo largo del metraje. Si en el film fundacional la incorrección política implicaba rebeldía y ansia de libertad, el presente festival de chistes incorrectos, escatología a tutiplén, violencia desatada y sexo a flor de piel se me antoja forzado y artificioso, como aquel que abusa del “caca, culo, pedo, pis” para hacerse el transgresor sin llegar a serlo. Posiblemente, malogrado el factor novedad, Kick-Ass 2 se toma demasiado en serio a sí misma, al considerarse la versión “adulta” de la franquicia.
En todo caso, a Jeff Wadlow le viene grande un proyecto de la envergadura del que le ha caído entre manos. Consciente de que el listón estaba demasiado alto tras la primera aventura, se ha limitado a poner el piloto automático y ofrecer un poco más de lo mismo, incrementando las dosis de violencia y haciendo gala de un humor más chabacano. La pobre descripción y el exiguo tratamiento de diversos personajes, desaprovechados en su mayor parte, contribuye a la caricaturización del producto, echándose en falta una mayor profusión de matices y dobles lecturas.
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