(3) EL ESTUDIANTE, de Santiago Mitre.

ÉTICA Y POLÍTICA
Debut en el largometraje del guionista Santiago Mitre, este film argentino premiado en multitud de festivales es una producción de bajo presupuesto realizada con una cámara digital que toma a los actores en planos medios y en escenarios naturales. Es un relato que enlaza secuencias de corta duración y rodado en la Facultad de Ciencias Sociales de Buenos Aires, precisamente en un momento en que el edificio estaba “tomado” por los estudiantes y en el que el país estaba atravesando una etapa convulsa a causa del asesinato de un militante de izquierdas por un sindicalista y de la muerte del presidente Néstor Kirchner.
No nos resulta fácil captar plenamente el alcance de la película tanto por culpa de unos diálogos llenos de expresiones porteñas como por la complejidad de una situación política nacional cuyos matices se nos escapan. La intención del realizador, sin embargo, no ha sido ubicarla cronológicamente en una fecha determinada ni retratar hechos reales sino emplear un estilo próximo al documental para elaborar un discurso de validez general aunque permitiéndose algunas irónicas alusiones, que al parecer han molestado a algunos, al dogmatismo marxista y a la evocación nostálgica del peronismo.
Pero El estudiante no persigue establecer un debate entre ideas políticas sino mostrar las estrategias generalmente utilizadas para alcanzar el poder, en este caso el rectorado, quizás el embrión de un futuro partido. Por eso interesa aquí lograr más el mando que definir la ideología y más el camino hacia el triunfo que el análisis teórico. Y para ello la película se sirve del protagonista —el joven Roque Espinosa—, un universitario que entre ligues y reuniones orgánicas va escalando puestos como militante hasta llegar a un desenlace muy sorpresivo. El relato, sin embargo, está construido en tercera persona como evidencia la voz en off que, en ocasiones, describe y aclara el sentido de los acontecimientos.
El estudiante puede entenderse como una inteligente denuncia del oportunismo, la ambición y la traición a la pureza de unos ideales aunque finalice como un rayo de esperanza en el ser humano, a modo de llamada a la coherencia, la lucidez y la honestidad personales. Escena a escena, se disecciona la política entendida como profesión, como modo de vida: el personaje del veterano profesor aspirante a rector y el método con que ejerce el liderazgo. Y lo hace mostrando cómo se subordinan los valores éticos a la obtención de unos cargos y remuneraciones.
Esta contradicción entre medios y fines, entre principios y conductas, los dudosos caminos hacia el triunfo electoral, los extraños pactos y componendas, los codazos para situarse los primeros en la lista de candidatos, las mentiras y ambigüedades o la manipulación de los compañeros para medrar al socaire de la disciplina son cosas que de sobra conocemos.
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