(2) PARAÍSO: FE, de Ulrich Seidl.

UNA BEATA COMPULSIVA
A los españoles que tuvieron que soportar las imposiciones del nacional-catolicismo en los lejanos años 40 y 50 no pueden resultarles extraño nada de lo que nos muestra este segundo episodio de la trilogía Paraíso. En aquellas primeras décadas del Franquismo, tras la “cruzada” victoriosa, hubo que convivir con crucifijos y vírgenes, dictadores bajo palio y colegios de curas, sermones piadosos y soflamas apocalípticas, comuniones masivas y misas de las 12, ejercicios espirituales y desfiles procesales, vía crucis callejeros y capillitas itinerantes, colectas del Domund y con flores a María, obispos legisladores y penitentes de Semana Santa con cilicios y flagelaciones, rosarios en familia y adoraciones nocturnas de rodillas ante el sagrario, confesiones de los pecados y propósitos de enmienda… hasta llegar a la actual Conferencia Episcopal, subvencionada y dispuesta a condicionar las leyes soberanas del Parlamento.
En la trilogía Paraíso, dos mujeres y una adolescente de una familia vienesa coinciden en llevar unas vidas carentes de amor, en sentirse incómodas con su propio cuerpo y en la búsqueda de una inalcanzable felicidad. Sus frustraciones sexuales y sus carencias afectivas son afrontadas de distinta manera: en el caso de Anna Marie —magnífica la actriz Maria Hoffstätter—, hermana de la Teresa del episodio Paraíso: Amor (2012) y profesional de la medicina, aprovechando sus vacaciones para practicar el apostolado seglar, procurando la reconversión del país al catolicismo, la redención de los agnósticos y de los inmigrantes así como combatiendo sin tregua el clima lascivo que envenena a la moderna sociedad austríaca.
Premio Especial del Jurado en Venecia 2012, Paraíso: Fe me ha parecido, sin embargo, inferior al primer episodio tanto por la exagerada conducta de la protagonista, contemplada casi como un personaje paródico cegado por un fanatismo religioso bastante caricaturesco, como por un estilo narrativo apoyado en situaciones demasiado reiterativas, con cierto distanciamiento dramático y unos planos muy alargados en su duración. Anna Marie se casó, antes de su evolución hacia el radicalismo espiritual, con un musulmán egipcio, discapacitado tras un accidente, que regresa a su hogar, resultando especialmente chocante el contraste entre la crueldad con que lo trata y el proselitismo cristiano, supuestamente caritativo y fraterno, con el que pretende adoctrinar a todos los demás. Excelente, por cierto, la labor interpretativa de Nabil Saleh, el actor no profesional que hace de marido minusválido.
La protagonista es el nexo que une las diversas historias —sus sucesivos intentos de evangelización— que desarrolla el guión, escrito sin diálogos para poder improvisar durante el rodaje, alcanzando un grado de realismo cotidiano que debe no poco al género documental. Pese a sus limitaciones, el film tiene interés porque expone, a modo de esperpento, una vida llena de insatisfacciones, expiaciones y sacrificios que posee validez testimonial y lo hace con una calculada ambigüedad fruto sin duda del humor sarcástico del realizador. Anna Marie canaliza las pulsiones sublimando las figuras de Jesús y de la Virgen María en un batiburrillo teológico-sensual que roza en ocasiones la blasfemia al confundir los éxtasis piadosos con los orgasmos místicos.
Lamentablemente, Paraíso: Fe está más cerca del escandaloso efectismo de Los demonios (1971) que del rigor y profundidad de La tía Tula (1964).
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