(2) STAR TREK: EN LA OSCURIDAD, de J. J. Abrams.

SE CONSOLIDA EL UNIVERSO TREKKIE CINEMATOGRÁFICO
Tras su vigoroso relanzamiento de la mano de uno de los directores más influyentes de Hollywood en la actualidad —a pesar de su todavía breve filmografía—, nos llega la esperada secuela de las aventuras espaciales de la nave Enterprise y su célebre tripulación. Y al igual que su referente Star Trek (2009), también dirigida por J. J. Abrams, nos encontramos ante un film entretenido, respetuoso con el espíritu de la serie televisiva original creada por Gene Roddenberry de 1966 y con un sentido del espectáculo marca de la casa.
Niño prodigio que no pocos comparan con Spielberg, Abrams configura el blockbuster más consistente de esta temporada estival, capaz de enganchar al gran público —tanto al seguidor de la magna franquicia como al que desconoce su origen fundacional—, gracias a su extraordinaria habilidad para contar historias, sus portentosas escenas de acción y la siempre presente evocación nostálgica de las películas que marcaron su infancia, aquellas marcadas por el reconocible sello ochentero de productoras como la legendaria Amblin.
Me consta que el aficionado trekkie sale satisfecho de la sala de cine, pues no sólo se deleita de guiños más o menos sutiles del Universo Star Trek original, sino que constata además la consolidación de una saga cinematográfica que puede continuar con o sin la presencia de Abrams. Es evidente que se ha generado una rutina productiva, una estética propia y un equipo técnico y artístico solvente que de forma automática puede elaborar las partes que hagan falta mientras se generen los correspondientes beneficios, resultando su rúbrica fácilmente identificable.
Versión abramsiana de Skyfall (2012), con la que comparte argumentos y situaciones análogas a pesar de pertenecer a géneros distintos, Star Trek: En la oscuridad es un producto sólido y fiable pese a su citada condición de blockbuster, con la virtud añadida de considerar a la audiencia un ser inteligente más que un simple consumidor ávido de palomitas. El respeto hacia el espectador se constata no solo en un anclaje a escenarios, indumentarias y tecnologías que recuerdan al de la serie de los años 60, sino en una coherencia interna que refuerza el pacto de verosimilitud entre el público y el realizador.
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