(1) EL HIPNOTISTA, de Lasse Hallström.

ATROZ CRIMEN EN LA FRÍA SUECIA
Tras más de dos décadas afincado en Estados Unidos cultivando su prestigio como realizador de sensibles y refinados dramas románticos, Lasse Hallström regresa a su país natal para sumergirse en un género cinematográfico que no había explorado hasta la fecha: el thriller. Y he de afirmar que un material tan ajeno a su ámbito de especialización le ha pasado factura, resultando un film toscamente moldeado, con amplias lagunas en el guión y una indefinición en la caracterización de personajes que los actores son incapaces de compensar.
A rebufo de la todavía reciente eclosión de la novela negra nórdica, cuyo éxito —gracias a la famosa trilogía Millennium, de Stieg Larson— se basa en gran medida en la descripción de una sociedad aparentemente inmaculada que en realidad se pudre por dentro, una atmósfera de terror perfectamente integrada en el clima gélido del norte de Europa y un tratamiento retorcido de la violencia humana, El hipnotista se limita a reproducir elementos comunes y espacios frecuentemente transitados sin la coherencia ni la credibilidad de títulos como la mencionada saga literaria, o la intensa Headhunters (2011).
Inspirándose en una novela de Lars Kepler, pseudónimo repartido entre el matrimonio sueco formado por Alexandra Coelho y Alexander Ahndoril, el film narra el brutal asesinato de una familia en Estocolmo y la inmediata investigación llevada a cabo un policía con la colaboración de un hipnotista en plena crisis personal. Conviene advertir que el tema de la hipnosis está tratado en un segundo plano, centrándose el relato en las pesquisas tendentes al esclarecimiento de los hechos en base a fórmulas narrativas del todo convencionales.
A pesar de transmitir la dureza del clima asociada a una atmósfera oscura y tétrica donde se desarrolla la acción, reforzada por una contundente puesta en escena que enfatiza el cariz psicológico del paisaje, la historia avanza a trompicones con giros inesperados que desvían la atención en la trama principal. Y para colmo, el desenlace de El hipnotista, totalmente forzado, no alcanza la altura de las expectativas creadas en su intenso arranque.
El veterano Hallström, responsable de las destacables ¿A quién ama Gilbert Grape? (1993) y Las normas de la casa de la sidra (1999), todavía tiene cosas que aprender, demostrándose inexperto en temáticas y estilos que no domina.
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