(1) AFTER EARTH, de M. Night Shyamalan.

FLOJA AVENTURA SELVÁTICA POSTAPOCALÍPTICA
Tras saborear las mieles del éxito en una prolífica etapa creativa que lo convirtió en uno de los directores más solicitados de Hollywood, encarnando una exótica excepción artesanal dentro del engranaje industrial de la Meca del cine, M. Night Shyamalan sufrió un indiscutible revés con Airbender, el último guerrero (2010), un film anómalo en su filmografía que apenas reflejaba la mirada, la narrativa y la puesta en escena que lo encumbró como digno heredero del mejor Spielberg.Todavía no repuesto de aquel fiasco, aceptó el encargo de dirigir After Earth con la intención de reivindicar su valía, poniendo de manifiesto que subsiste actualmente más como simple operario que como prestigioso autor. Sin embargo, el resultado obtenido en este thriller futurista de ciencia-ficción también se salda con la lamentable ausencia de su particular sello, pues no manifiesta esta película el mínimo atisbo de la magnitud de El sexto sentido (1999), El protegido (2000), Señales (2002), El bosque (2004), La joven del agua (2006) y El incidente (2008).
Inspirada en una historia ideada por Will Smith, After Earth se articula ante todo como un vehículo de lucimiento personal de su hijo Jaden, verdadero protagonista de esta aventura postapocalíptica de supervivencia y catarsis paterno-filial. El popular actor estadounidense, que se pasa la mayor parte del tiempo amarrado a una silla agonizando, es un simple y engañoso reclamo publicitario ya que el peso del relato recae específicamente en un joven actor con ínfulas de estrella que evidencia maneras y ademanes de principiante.
Ambos interpretan a un padre y a un hijo, laureado general e indomable vástago, que tras un accidente espacial acaban náufragos en una Tierra hostil y salvaje, abandonada mil años atrás tras un cataclismo planetario. Impedido aquel por las heridas recibidas, será este el obligado a emprender una peligrosa misión para garantizar su rescate, emprendiendo un viaje iniciático para fortalecer los marchitados lazos familiares.
Pese a su impecable factura técnica, firmemente asentada por un abultado presupuesto, After Earth carece de alma y emoción, echándose en falta una mayor solidez en la historia y unos personajes con más entidad. Pero la aparatosidad digital de After Earth tampoco le sienta bien a Shyamalan ya que su concepción cinematográfica revela una mayor afinidad con Jacques Tourneur, quien no pretende asustar a los espectadores con los clásicos monstruos sino de provocar la inquietud en formas más sutiles, que con Michael Bay o con Roland Emmerich, adalides del cine-espectáculo.
El film ha sido reprobado por ser un alegato en pro de la cienciología, ya que según los expertos las enseñanzas de su fundador Lafayette Ronald Hubbard emergen a lo largo del metraje. Sin embargo, su fracaso en la taquilla estadounidense y la hostilidad de la crítica especializada se justifican más bien por la volatilidad de la propuesta y su condición de descarada lanzadera para la carrera en solitario del primogénito de Will Smith. No cuela.
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