(2) UN INVIERNO EN LA PLAYA, de Josh Boone.

FAMILIA DISFUNCIONAL DE ESCRITORES
Inspirado en vivencias autobiográficas que sirven de escenario y proyectando sus afinidades particulares en personajes y situaciones, el guionista y director debutante Josh Boone elabora en Un invierno en la playa la que quizás sea la sorpresa de la temporada en cuanto a comedia independiente USA, confirmando la acreditada capacidad del cine estadounidense para reflejar la estrecha vinculación existente entre la vida y el arte, entre el cine y la literatura, entre la creación y la experimentación.
Ácida a ratos, tierna en otros, divertida e inteligente a partes iguales, Un invierno en la playa configura una compacta radiografía emocional de una peculiar familia de escritores, formado por padres divorciados y dos retoños buscando su lugar en el mundo, que sufren y luchan contra sus propios fantasmas, los primeros errores cometidos en el pasado cuyas consecuencias todavía colean y traumas afectivos no superados, y los segundos miedos e inseguridades propios de su temprana edad.
Así, a través de una enredada estructura narrativa a modo de mosaico, esta comedia romántica coral nos habla de muchas cosas: los primeros encuentros amorosos, las dolorosas rupturas, las complicadas reconciliaciones, el miedo al compromiso, la lenta cicatrización de las heridas sentimentales, las complejas relaciones entre padres e hijos adolescentes, la literatura como catalizador y canalizador de experiencias, la madurez como un largo y tortuoso camino lleno de dificultades, etc.
Inesperadamente, el film acaba proporcionando más de lo que prometía en sus inicios, partiendo de su equívoco título, pero lo hace sin resultar pretencioso ni atentar contra la inteligencia. El secreto de su éxito reside, sin duda alguna, en un guión tan sólido como atractivo a la hora de retratar personajes y situaciones, y diálogos dotados de agudeza y sinceridad. Pero también destaca un digno plantel de actores que aportan un grado admirable de cercanía y verosimilitud a los hechos mostrados, encabezados por Greg Kinnear y Jennifer Connelly, si bien apuntan alto los jóvenes Lily Collins, Logan Lerman y Nat Wolff. Todo ello acompañado de una acertada banda sonora formada por una erudita selección de música indie USA.
Un invierno en la playa no alcanza, sin embargo, la categoría de obra indiscutible, pues no aporta novedad alguna sobre lo ya escrito y la catarsis colectiva del desenlace, en torno a la célebre celebración del Día de Acción de Gracias, pretende gratificar al público con acostumbradas apelaciones al amor triunfante, pero pese a que no pasará a la historia sí permitirá pasar un rato agradable a todos los amantes del género que estén cansados de moldes prefabricados y demás fórmulas mágicas.
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