(1) MI GRAN AVENTURA SEXUAL, de Sean Garrity.

LA LECCIÓN
La grandilocuencia del título puede confundir a más de uno, pues lejos de encabezar un relato cargado de sexo y erotismo en realidad Mi gran aventura sexual es una intrascendente comedia romántica canadiense que retrata la más popular figura del universo nerd: el inmaduro o patoso sexual que busca desesperadamente echar un polvo.
En este caso no responde al modelo estadounidense, representado por el típico estudiante cachondo que espía a las chicas en los vestuarios, sino que el protagonista es un anodino contable cuya sosa y torpe vida sexual aburre a su inquieta novia, que acaba rompiendo con él. Este pésimo amante cree que mejorar en la cama le hará recuperar al amor de su vida y por ello se empeña en recibir las enseñanzas sexuales de una stripper de buen corazón, a cambio de solventar su precaria situación financiera.
Envuelta en una estructura narrativa propia de un manual de autoayuda, Mi gran aventura sexual cuenta el proceso mediante el cual el protagonista supera la humillante relación de dependencia que mantiene con su pareja hasta alcanzar su emancipación afectiva, rematada con la conquista de su Yoda sexual. Todo ello desarrollado burdamente, a base de gruesos brochazos, derivando en una caricaturización que degrada cualquier pretensión de hacer una comedia seria que desmitifique la sexualidad humana. Además, la exhibición de zonas corporales resulta más casta de lo que cabría pensarse por el equívoco título, si bien se incluye en primer plano un cunnilingus como prueba final de graduación.
Y es que, más allá de contados apuntes ingeniosos, el argumento apenas se sostiene con una sucesión de absurdas e inconsistentes escenas propias de una mala sitcom sin resaltar los aspectos más prácticos de la lección impartida.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.