(1) EL GRAN GATSBY, de Baz Luhrmann.

LOS LOCOS AÑOS 20
Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) publicó en 1925 El gran Gatsby, excelente y premonitoria novela que relata las tensas relaciones de clase en Estados Unidos y la degradación moral, individual y colectiva, que profetiza el inminente crack económico de 1929. Desconozco la versión fílmica de Elliot Nugent de 1949, pero sí pude ver la discreta adaptación de Jack Clayton de 1973, protagonizada por Robert Redford y Mia Farrow, con guión de Francis Ford Coppola.
Confieso que no me gusta el cine de Baz Luhrmann y la quinta película de este guionista, productor y realizador australiano –un profesional multimedia galardonado con varios premios y con muchos millones de beneficios– me ha parecido una superficial y suntuosa producción que traiciona el original literario envolviéndolo en papel de celofán, desvirtuando los personajes y retratando aquella época “dorada” como un brillante y multicolor decorado que evidencia un estilo narrativo dominado por la llamada estética del videoclip.
El aspirante a escritor interpretado por Tobey Maguire, alter ego de Scott Fitzgerald, interviene en ocasiones con su voz en off para contar en tercera persona, como testigo privilegiado de los acontecimientos, la alocada y exhibicionista vida de los ricos habitantes de Long Island (Nueva York) y sus líos amorosos, que aquí adoptan un tono próximo a la novelita rosa con dramático final.
Pero lo peor no es que El gran Gatsby sustituya el auge del jazz por una mezcla de música pop, charlestón y foxtrot, sino que altere el espíritu y las intenciones de la novela con una ambigüedad que igual permite desmontar el “sueño americano” y sugerir la turbia procedencia de la riqueza de Gatsby como mostrar una no disimulada admiración por lo que él representa, al estar encarnado por una estrella como Leonardo Di Caprio, con quien se identifican fácilmente los espectadores. La frivolidad y el oropel dominan pues una película ambientada en los años de la Ley Seca, el contrabando de licores y el trágico escándalo sexual de Fatty Arbuckle, sucesos entre otros que propiciaron en 1930 la promulgación del Código Hays de censura con el que los puritanos conservadores estadounidenses controlaron durante décadas la industria del cine norteamericano.
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