(1) MEMORIAS DE UN ZOMBIE ADOLESCENTE, de Jonathan Levine.

LOS ZOMBIS TAMBIÉN AMAN
La conclusión de cierta saga crepuscular, protagonizada por vampiros y licántropos enfrentados por el amor de una joven timorata, ha favorecido la proliferación de películas que perseveran en el romance adolescente entre razas aparentemente irreconciliables. Los zombis eran, previsiblemente, los siguientes en aparecer en escena, ya que estas terribles criaturas están de moda por el elevado número de films que protagonizan, por cierta serie de TV convertida en fenómeno sociológico y por la abundante literatura centrada en ellos.
Pero ¡ojo!, Memorias de un zombie adolescente no persiste en la fórmula sensiblera, puritana y kitsch de la mencionada Crepúsculo. Por el contrario, y recogiendo el testimonio de la visión más cómica y desmitificadora de la temática zombi, cuyos títulos más representativos son Zombies Party (2004), Planet Terror (2007) y Bienvenidos a Zombieland (2009), el film de Jonathan Levine es una simpática comedia terrorífica que parodia este maltratado subgénero sometido al desgaste por la excesiva repetición de las mismas historias de siempre.
A partir de la novela de Isaac Marion, una peculiar versión zombie del clásico Romeo y Julieta, Jonathan Levine firma un excéntrico relato juvenil que aborda el affaire entre una superviviente de la plaga zombie y un tierno muerto viviente adolescente con inquietudes propias de su edad y problemas existenciales, todo ello enmarcado en la iconografía que George A. Romero introdujera en la cultura popular con su obra fundacional La noche de los muertos vivientes (1968).
Memorias de un zombie adolescente es incapaz de trascender su naturaleza de liviano pasatiempo, arrastrado por su falta de pretensiones, pero la revisión de Levine del mito de la Bella y la Bestia es satisfecha con ocurrentes bromas, un pitorreo general hacia los clásicos y alguna insólita observación sobre las relaciones sentimentales a corta edad.
A pesar de la ligereza de la propuesta, el realizador demuestra saber de lo que habla, exhibiendo un profundo conocimiento de la temática zombie. Algunos gags rozan la inspiración divina, como el sarcástico prólogo de presentación del protagonista, otros son menos afortunados, pero el film resulta convincente como divertida caricatura.
Por ello, es una verdadera lástima ese remate a gusto del gran consumidor, demostrando una auténtica obsesión por el happy end y los finales gratificantes, rompiendo definitivamente con los parámetros fundacionales del monstruoso personaje al proponer una cura al contexto apocalíptico. En cuanto los zombis son enfermos curables, el pacto de credibilidad o verosimilitud entre espectadores y director se hace añicos, dejando cierto sabor agridulce al conjunto.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.