(1) GRANDES ESPERANZAS, de Mike Newell.

RICOS Y POBRES EN LA INGLATERRA DEL SIGLO XIX
De esta tardía novela de Charles Dickens (1812-1870), publicada en 1861, se suele alabar la versión fílmica rodada por David Lean en 1946, titulada entre nosotros como Cadenas rotas, con John Mills, Alec Guiness y Jean Simmons en el reparto y ganadora de tres Oscar. Menos interés despertaron las adaptaciones, muy libres, dirigidas posteriormente por Joseph Hardy (1975) y por Alfonso Cuarón (1997). Como en casi todas sus obras, las experiencias biográficas del escritor inglés se hacen notar también aquí, desde su desgraciada infancia hasta su ruptura matrimonial con Catherine Hoggart tras enamorarse de la actriz Ellen Ternan.
Confieso sin embargo que me ha decepcionado esta nueva producción financiada por la BBC y realizada con oficio por ese discreto artesano que es Mike Newell. Las peripecias vitales del huérfano Pip, desde niño a adulto, se muestran como un mero esqueleto argumental, como una acumulación de anécdotas personales rodeadas de una aureola folletinesca que no logra alcanzar la estructura narrativa ni la profundidad características del mejor cine, sin que se traspasen los límites de una aplicada aunque rutinaria ilustración de la novela.
En este film podemos comprobar la tremenda complicación de su argumento, con abundantes elementos de intriga, y su condición de relato mostrado desde diferentes puntos de vista, lo que origina cierto grado de confusión que no sólo debe atribuirse a la utilización de flash-backs. Lo peor, a mi juicio, es que la bondad y la maldad de los personajes se muestran sin matices, todo lo cual hace renacer la polémica que en ocasiones, al margen de las concretas adaptaciones cinematográficas, ha suscitado la literatura dickensiana: para unos, un valioso testimonio de los sufrimientos e injusticias sociales que produjo la revolución industrial inglesa y una valiente denuncia de la ambición de enriquecerse a cualquier precio; para otros, un ejemplo de moralismo no exento de exageradas dosis de masoquismo.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.