(3) ÉRASE UNA VEZ EN ANATOLIA, de Nuri Bilge Ceylan.

METÁFORA DE LA TURQUÍA ACTUAL
Nos llega el sexto largometraje del cineasta turco Nuri Bilge Ceylan, de quien sólo se estrenaron aquí Lejano (2002), Los climas (2006) y Tres monos (2008), el de mayor presupuesto económico y ganador del Premio del Jurado en el Festival de Cannes, aparte de más de 30 galardones recibidos en diversas partes del mundo. La idea del guión surgió de Ercan Kesal, un médico de profesión que vivió una experiencia similar y que aquí interpreta al alcalde, y fue desarrollada por Nuri Bilge Ceylan y por su esposa Ebru Ceylan, al parecer bajo la influencia literaria de las obras de Chejov y Dostoievski.
Rodada en Anatolia (Asia Menor), la parte turca oriental, en una región central cercana a Ankara caracterizada por la abundancia de estepas mesetarias y por su escasa población, la película constituye, a mi parecer, una gran metáfora destinada a espectadores exigentes ya que sus 150 minutos de duración son resultado de la labor de una cámara contemplativa, nunca explicativa, cuyos largos planos y ritmo lento nunca juzgan a los personajes sino que nos invitan a desentrañar el sentido del relato a través de una serie de sutiles elementos que trascienden la inmediatez y la concreción de lo anecdótico
Cine moderno, pues, Érase una vez en Anatolia es un film que requiere la atención y la reflexión de sus destinatarios porque su argumento sólo es un mero pretexto para realizar una amplia panorámica sobre la nación turca actual, con sus contradicciones e insuficiencias. Lo aparente es la investigación criminal que efectúan un fiscal, un comisario y un médico forense, rodeados de personal auxiliar, en busca del cuerpo de un hombre asesinado y enterrado en medio del campo. Sabemos quiénes son los autores del delito pero no sus motivaciones. En realidad, lo que el director nos muestra y lo que va descubriendo el espectador es la rutina y la burocracia, el subdesarrollo y las costumbres atávicas, las pequeñas corruptelas y el machismo imperante en una ciudadanía que aspira a entrar en la Unión Europea pero que todavía sueña con la emigración como una solución para sus muchos problemas sociales y económicos.
Hay dos muertes, una violenta y la otra mediante suicidio, que el espectador va percibiendo paulatinamente y en las que se hallan implicados valores como el honor, la paternidad, la infidelidad, el sentimiento de culpa, etc. que traducen una moral ligada casi siempre a la obsesión por el sexo y a la consideración de la mujer como objeto erótico controlado o poseído en exclusiva por el padre, el marido o el amante. Conforme avanza la narración, el personaje del médico se va erigiendo en eje y testimonio principal que sirve de guía al espectador, implicado como aquél en la observación, la compasión y la asunción final de los conflictos.
Hermosos paisajes, representativos personajes y una cámara siempre escrutadora son elementos fundamentales en este interesante film turco, un ejemplo de cine de primera calidad para paladares refinados donde destaca poderosamente la labor del director de fotografía (maravillosas imágenes diurnas y sobre todo nocturnas que parecen obtenidas mediante fuentes de luz naturales) y en el que podemos descubrir una visión desencantada de las propias miserias nacionales.
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