(3) LOS MISERABLES, de Tom Hooper.

¡EN PIE, PARIAS DE LA TIERRA!
Víctor Hugo (1802-1885), el famoso escritor romántico francés, publicó Los Miserables en 1862, pero también ejerció como diputado liberal que fue desterrado por Napoleón III y senador que respaldó la II República. En un siglo de fuerte hegemonía de la burguesía como el XIX, mostró en sus obras comprensión y afecto hacia las clases populares, especialmente las que eran víctimas de la miseria y de la represión. No es por ello motivo de extrañeza el carácter melodramático, cuando no folletinesco, de muchas de sus creaciones artísticas, cualidad reforzada por su talento literario, por la fuerza de los personajes y por la intensidad de los sentimientos, todo lo cual le emparentaría con la producción de otros escritores que van desde Dickens y Zola hasta Blasco Ibáñez. La humanidad de los caracteres y conflictos relatados les hizo alcanzar el éxito porque los convirtieron en símbolos universales que podían interesar a una masa popular, en gran parte analfabeta, cuya vida de miseria y sufrimientos ellos reflejaban a la vez que les instruían con sus ideales de progreso. Resulta curioso por ello, desde una perspectiva actual, que Los Miserables abomine de las monarquías y, en cambio, muestre profundo respeto hacia la religión católica, seguramente porque la concibe sin dogmatismos y como defensora de la fraternidad y la dignidad humanas.
La película que ahora nos llega es la adaptación del exitoso musical escénico estrenado en los años 80, una versión inglesa con estupenda música de Claude-Michel Schönberg que alterna acertadamente momentos de lirismo y de drama, con texto y melodías que logran transmitir una honda conmoción. En cine ha habido numerosas versiones de la novela. Citaremos, ya en el sonoro, los films de Richard Boleslavsky (1935), J. P. Le Chanois (1957), C. Lelouch (1995) y Bille August (1998). Esta película en torno al delito, la condena, el castigo y la posibilidad de redención, con una llamada final a la esperanza en futuros tiempos de justicia y de paz, cuenta en la versión de Tom Hooper con unos magníficos intérpretes protagonistas: Hugh Jackman (Valjean), Russel Crowe (Javert) y Anne Hathaway (Fantine), que cantan con sus propias voces grabadas en directo.
El ámbito histórico del relato (1815-1848) está dividido en varios bloques temporales, destacando el conservadurismo post-napoleónico de la restauración monárquica (Luis XVIII y Carlos X), la revolución de 1830 que entronizó a Luis Felipe de Orleans (liberal al principio y luego cada vez más conservador) para terminar con la triunfante pero breve revolución de 1848 que dio lugar a la II República francesa, aunque con posterioridad todavía conocería el país monarquías y gobiernos reaccionarios.
En este musical son principalmente los estudiantes los que se rebelan contra los abusos de poder y su fracaso puede atribuirse no sólo a sus escasas fuerzas ante el ejército sino también a la falta de convicción o miedo de la población. La bondad y la maldad de los personajes es menos simple de lo habitual, como prueban la insolidaridad de las obreras en la fábrica, la picaresca de los posaderos ladrones o la inhibición de los parisinos ante la insurrección en las barricadas.
Los decorados y el vestuario se han elaborado con criterios realistas, aunque con algunas licencias estilísticas propias del musical, y el rodaje tuvo lugar también en interiores y exteriores naturales de Francia e Inglaterra.
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