(2) JACK REACHER, de Christopher McQuarrie.

UN TIPO DURO
Dado que sus intentos por obtener el reconocimiento de su profesión han resultado infructuosos, el actor y más que nunca productor Tom Cruise parece querer relajarse y empieza a divertirse. La saga protagonizada por Ethan Hunt marcó un antes y un después en su carrera, pues le permitió llenarse los bolsillos y de paso relanzar su estrellato cuando la prensa especializada pronosticaba su declive. Ahora, reconvertido en maestro del show business a sus 50 años, financia sus propios proyectos, eligiendo cuándo, dónde, cómo y con quién trabajar, centrándose en el cine de evasión. Así, en este contexto, debe concebirse Jack Reacher: nos encontramos ante el nuevo vehículo para su lucimiento exclusivo. Esa falta de pretensiones es su mayor virtud pues no disimula su verdadera naturaleza como digno entretenimiento, frívolo pero compacto, con el que aspira a iniciar una nueva y rentable franquicia cinematográfica.
Libre adaptación del noveno libro, titulado One Shot (2005), de una serie de novelas creadas por el escritor británico Lee Child, Jack Reacher es un enérgico thriller que narra las vicisitudes de un antiguo policía militar que investiga un tiroteo que termina con cinco asesinatos y la detención del presunto francotirador. Lejos del típico film de acción puro y duro, abarrotado de efectos especiales, nos encontramos ante un relato donde predomina la intriga y el suspense, con un ritmo más sosegado, si bien no renuncia a dosis puntuales de trepidante espectáculo visual. Por tanto, el esfuerzo por construir con cierta coherencia y solidez escenarios, personajes y situaciones me parece superior a la media de este tipo de producciones. Me recordó, salvando las distancias, a la magnífica Drive (2011), tanto a nivel estético como al narrativo.
Ajeno a la tendencia actual de humanizar al héroe de turno, Jack Reacher reivindica la vieja escuela: el protagonista es un hombre duro, fuerte y muy masculino. De esos que, no retrocediendo ni para tomar impulso, se toma la justicia por su mano para evitar que las triquiñuelas legales impidan castigar a los malos. Ello puede retrotraernos a esas películas de acción de los años 80 de corte fascista, donde el personaje principal, inmortalizado en el rostro de un joven Clint Eastwood o de un desatado Charles Bronson, sustituía la Justicia por la simple venganza. Pero no advierto la carga ideológica extremista de aquellas cintas, sólo un legítimo interés crematístico que apuesta equivocadamente por la violencia como reclamo comercial.
El responsable global de Jack Reacher, el guionista Christopher McQuarrie, hacía más de una década que no se ponía tras las cámaras, desde que debutó con la floja Secuestro infernal (2000). Su regreso no ha estado tan mal.
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