(2) BESTIAS DEL SUR SALVAJE, de Benh Zeitlin.

MALAS TIERRAS, BUENA GENTE
Una parábola de carácter fantástico y ecologista, mágica y onírica que adopta el punto de vista ingenuo y vitalista de una encantadora niña de seis años, abandonada por su madre y maltratada por su padre enfermo. Todo sucede en la costa de Louisiana, en el delta del río Mississippi junto al golfo de México, una zona pantanosa, insalubre y aislada en plena llanura sedimentaria. Allí está “La Bañera”, un pequeño poblado de chabolas habitado por gente pobre y marginada pero amante de una Naturaleza calurosa, húmeda y hostil que sufre con frecuencia huracanes, inundaciones y vertidos petrolíferos cuyos destrozos se muestran incapaces de evitar los diques construidos. Louisiana, tras haber sido colonia francesa, española y británica, repoblada con esclavos negros para las inmensas plantaciones, fue comprada por Estados Unidos e integrada en la Unión en 1812, aunque las gentes que aparecen en la película se sienten abandonadas por el gobierno y sus instituciones públicas.
En el film, este singular paisaje sureño —transitado también por Huckleberry Finn y Tom Sawyer, personajes infantiles surgidos de la imaginación del novelista Mark Twain, considerado el Dickens estadounidense— y sus peculiares habitantes son creación de Lucy Alibar, en su obra teatral Juicy and Delicious, mostrando tanto el entorno como los personajes mediante planos de corta duración y con la cámara al hombro a fin de ofrecer una visión impresionista, a base de pequeños detalles, de ese apartado mundo. Aquí ha tenido una decisiva participación actores no profesionales y el rodaje se ha realizado con escasos medios económicos, en escenarios naturales y sorteando multitud de incidentes, pero con la ayuda técnica desinteresada por parte de profesionales del Instituto Sundance.
Pero encuentro serios reparos ante este film de autor que se ha pretendido de calidad pero que no logra plenamente, a mi juicio, sus objetivos, lo que pone en evidencia aún más su artificioso planteamiento, en el fondo un melodrama exótico lleno de buenos sentimientos con un telón de fondo que se quiere realista y testimonial pero donde la miseria y la naturaleza aparecen idealizadas, como evidencia ese poético final del funeral en el río lleno de resonancias wagnerianas.
En resumen, me he sentido molesto ante esta película de pretensiones etnográficas porque la rebeldía y la resistencia de la población local, que rechaza el refugio y la sanidad ofrecidos por las autoridades, la hace parecer como modelo de ciudadanía y como ejemplo de una vida “natural” al estilo del buen salvaje, un mito que se inventó J. J. Rousseau. Y no menos artificiosa resulta la pequeña protagonista cuando reflexiona sobre su entorno, personas y acontecimientos con un culto lenguaje y con unos elevados conceptos impropios de una niña de su edad.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.