(4) UNA PISTOLA EN CADA MANO, de Cesc Gay.

CRISIS DE IDENTIDAD MASCULINA
Inspirándose en una obra teatral de Carol López, el magnífico realizador catalán Cesc Gay ha logrado materializar uno de sus mejores films españoles del año. Situando la narración en Barcelona, Una pistola en cada mano se compone de varios episodios que aparecen como una sucesión continua de distintas secuencias en las que se produce el encuentro de varias parejas —ocho hombres y cuatro mujeres— que hablan especialmente sobre sus problemas sentimentales y sexuales, ya sea en el pasado o en el presente, hasta confluir finalmente en una escena coral que reúne a la mayoría de los personajes del relato.
El film se apoya en dos elementos fundamentales: la solidez y riqueza de los diálogos, importantes tanto por lo que dicen como por lo que callan o sugieren, y una excelente dirección de actores y actrices que forman un amplio reparto repleto de famosos y competentes profesionales. El film, un claro ejemplo de realismo urbano, con ambientes, vestuario, conversaciones, gestos y miradas de carácter cotidiano, funciona como un bisturí que disecciona con lucidez la situación actual de la masculinidad. Su mirada sobre unos hombres torpes, frágiles e inseguros, afectados por distintas frustraciones y carencias, contrasta con mujeres herederas del primer feminismo batallador que les han sobrepasado tras haber avanzado no poco en el camino de la liberación laboral, afectiva y sexual. La madurez femenina, su mayor control racional sobre los instintos y deseos, contrasta por su coherencia con el desconcierto de un macho ibérico en vías de extinción, un rey destronado obligado a reciclarse pero que todavía intenta en vano sobrevivir disimulando sus debilidades con mentiras y con una sexualidad que sólo sabe expresarse mediante el engaño y la infidelidad.
Tan clarividente como cruel es la mirada de un Cesc Gay que muestra a estos hombres atrapados en sus limitaciones y contradicciones, buscando una solución en los psicoanalistas, las madres, las mascotas, los amigos que son antes colegas que confidentes y los fármacos antidepresivos. Las mujeres, en cambio, se muestran más unidas por una necesaria complicidad, comparten entre ellas con mayor comodidad íntimos secretos y delicadas confidencias, rechazan lo que les disgusta, saben ya lo que quieren y cómo conseguirlo. Ellos parecen estar fuera de juego, aún egoístas, cuando son ellas las que toman la iniciativa y ya no funciona la ancestral dicotomía de la figura femenina utilizada como mero objeto sexual y que es despreciada como puta y sublimada como excelsa madre de sus hijos. Son muchos los hombres que no ven que el mundo ha cambiado y que no saben adaptarse a las nuevas realidades.
Una comedia que sólo lo es en su apariencia, en sus formas externas, pero que descubre problemas anclados en hondos dramas existenciales. Una pistola en cada mano es una clase de humor que deja entrever un amargo malestar. Cesc Gay, en esta admirable película, trata al espectador como a un ser adulto e inteligente: muestra personajes y situaciones pero nunca los juzga ni los condena.
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