(3) OPERACIÓN E, de Miguel Courtois.

HAMBRE, VIOLENCIA Y ENFERMEDADES
No hubiera sido posible realizar satisfactoriamente esta película del hispano-francés Miguel Courtois sin la intervención del magnífico Luis Tosar, con su variedad de expresiones faciales y su acento colombiano a la hora de expresar vigorosamente la tragedia que amenaza a su persona y a toda su familia. El film es resultado de una mezcla de estilos, el documental y la ficción dramática, perfectamente integrados, con escenas de acción en donde la cámara se desplaza a mano y las imágenes vacilantes dan la sensación de peligro y de inseguridad.
Operación E es la libre recreación fílmica de unos hechos reales de 2005 enmarcados en la larga lucha sostenida entre el Ejército colombiano, las FARC —Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, de origen comunista y sostenidas ahora por el narcotráfico— y los paramilitares de extrema derecha. Y el pueblo, en medio, como víctima involuntaria. El protagonista José Crisanto, un modesto campesino, es obligado por la guerrilla a hacerse cargo de Emmanuel, el hijo enfermo de la Dra. Clara Rojas, una prisionera oculta en la selva, hasta que las conversaciones entre el venezolano Hugo Chávez y el presidente colombiano Álvaro Uribe sobre el intercambio de rehenes vienen a complicar la situación.
La película, rodada con seguridad y oficio, describe hechos que suelen quedar en la sombra cuando se narra la versión oficial y una foto contrastada refleja de forma fiel las duras condiciones de vida de aquellas personas en aquellos ambientes húmedos e insanos. El film ofrece información complementaria sobre los tres años que escapó el niño al control de Crisanto mientras se curaba en Bogotá y era atendido por una familia de acogida, sobre la presencia testimonial de Ramoncito, el curandero que ya es sólo una reliquia de otros tiempos y sobre los seis años de cárcel que pasó el protagonista antes de ser declarado inocente.
Operación E es una película cuya verdad humana llega a emocionar en ocasiones. La mirada sobre la angustia y la inseguridad de un país sumido en medio siglo en el caos político y militar, con diversos bandos enfrentados, contrasta con el miedo y el deseo de supervivencia de la mayor parte de la población, víctima inocente, como es el caso de José Crisanto, un pobre desplazados sino hogar ni trabajo que sólo quiso vivir en paz y dignamente con su familia.
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