(2) SIN TREGUA, de David Ayer.

DOCU-FICCIÓN POLICIAL
Habilidoso especialista en ensanchar los lindes del thriller policial, el realizador David Ayer se ha erigido en uno de los principales representantes de este (sub)género en el cine made in USA. Sin tregua, entretenido relato que reproduce el día a día de dos agentes de policía de Los Ángeles, actualiza sus códigos adaptándolos a estos tiempos de Internet y sus redes sociales.
Las diferencias con sus anteriores films, Harsh Times – Vidas al límite (2005) y Dueños de la calle (2008), son evidentes. Lo más llamativo es la adopción de ese híbrido llamado mockumentary o falso documental que recrea como una grabación auténtica lo que es en realidad una obra de ficción. La docu-ficción, de hecho, es un recurso narrativo cada vez más utilizado que recrea ambientes y situaciones reales con técnicas de filmación documentales. Destaca especialmente la filmación con cámaras digitales portátiles que “siguen” a los protagonistas como si fueran meros testigos presenciales, sin planificación aparente, dando un amplio margen a la improvisación y recreando una estética “sucia” carente de cualquier refinamiento visual. El uso de la cámara doméstica y otros dispositivos similares pretende insuflar una mayor verosimilitud a todo lo registrado, transmitiendo la convicción de estar asistiendo a un hecho real en directo, como si de un programa televisivo de sucesos se tratase.
Presentado como el film más realista a la hora de recrear el trabajo de estos defensores de la ley y el orden, Sin tregua supone un giro radical a la tendencia de mostrar el lado más turbio de esta institución armada. El habitual retrato sombrío de este cuerpo de seguridad del Estado, atestado de violencia gratuita, burocracia extenuante y ambigüedad moral, ha sido sustituido por un apasionado elogio al compañerismo y al heroísmo ofreciendo la versión más benévola de la policía que se recuerda. Sin tregua humaniza a sus protagonistas contextualizando sus vidas en entornos más íntimos (familia, pareja, aficiones, etc.), lo que permite una mayor identificación del espectador, quien recuerda que los policías son, en definitiva, seres humanos con los mismos problemas e inquietudes que el resto de los mortales.Sin duda, la relación de amistad surgida entre los dos protagonistas de la película, sólidamente interpretados por Jake Gyllenhaal y Michael Peña, una suerte de buddy movie policial, es lo mejor de Sin tregua. Sus conversaciones cotidianas sobre los temas más variados son lo más relevante de los 109 minutos de metraje.
Es una pena que no se cuide de la misma manera la consistencia de los demás personajes, sobre todo los miembros de la banda latina de narcotraficantes que se enfrentan a ellos. Pero la factura final sigue siendo positiva.
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