(3) EN LA CASA, de François Ozon.

EL DUELO REALIDAD-FICCIÓN EN LA CREACIÓN LITERARIA
Un desencantado profesor de literatura francesa llamado Germain y un alumno con talento de nombre Claude llevan a cabo su trabajos académicos en el liceo “Gustave Flaubert”, autor de Madame Bovary, ejemplar novela naturalista que describe y no juzga ni condena las conductas de sus personajes. En la película la objetividad es una de sus propuestas, pero En la casa es fundamentalmente una reflexión sobre la creación literaria y artística en general, una constatación de que la obra de ficción acaba influyendo en su propio autor en una especie de diálogo mutuo, un estudio sobre cómo lo puramente imaginario se transforma en verosímil y seduce al lector-espectador en su reflejo de lo cotidiano y una evidencia de que lo real, a su vez, inspira la fantasía creativa del autor en la mayoría de las artes.
Adaptación de la obra teatral El chico de la última fila de Juan Mayorga, el film logró la Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastián y dispone de un magnífico reparto en el que destacan como más conocidos Fabrice Luchini, Kristin Scott-Thomas y Emmanuelle Seigner. Otro de los subtemas abordados es el contacto entre dos clases sociales diferentes y los desajustes que ello provoca, lo que se visualiza mediante las relaciones amistosas aunque inestables —ayuda en los deberes escolares a cambio de calor y confort hogareño en una familia “normal”— entre dos alumnos del instituto, Claude y Rapha, todo ello narrado de forma subjetiva —monólogo interior en off vertido en forma de escritura sobre papel como punto de vista del primero— que paulatinamente se va convirtiendo en relato objetivo en tercera persona en la película de la que François Ozon asume la plena responsabilidad, relegando al joven escritor-autor a la condición de simple protagonista de la historia.
Otro núcleo humano importante es el formado por el matrimonio del profesor: su concepción clásica y humanista del mundo choca con la fría percepción vanguardista del arte moderno de su esposa, gerente de una galería, mientras las opciones del primero acusan la incidencia de las fragmentadas crónicas —ambiguamente situadas entre lo observado y lo ficticio— de su alumno Claude. Los diálogos y las meditaciones tienen una relevancia fundamental, mucho más que los concretos escenarios en que se producen, porque se trata de un discurso eminentemente conceptual, lo que explica la decisiva relación entre escritor y lector pero, sobre todo, en el caso del cine, la necesaria complicidad entre director y espectador.
El debate sobre el uniforme de los alumnos —¿unos borregos sin personalidad propia?— entre los que destaca la inteligencia de Claude; la traducción visual de las reflexiones que plantean las diferente estéticas entre la expresión teatral, eminentemente literaria, y al audiovisual; la sutil mirada satírica sobre la familia “perfecta” de clase media y su estupenda vivienda en la que intenta integrarse, en busca de afecto, el alumno pobre; las tensiones del docente con el director del colegio por sus arbitrarias decisiones; las divergencias entre los alumnos; el cansancio y desmotivación de los profesores, etc. son cuestiones complementarias que enriquecen la película, que ofrecen abundantes materiales para la reflexión, hasta desembocar en el bello plano final —en la línea de La ventana indiscreta (1954) de Hitchcock— en donde se sintetiza tanto la validez del arte actual —el edificio como un conjunto de modernas “instalaciones”— como la representación de un panorama social variado y conflictivo definitorio del mundo contemporáneo.
En la casa es un film interesante y sugestivo que si no alcanza el nivel de obra maestra es, a mi parecer, por una estructura narrativa demasiado artificiosa que rompe la proclamada cotidianeidad del relato, con un rebuscamiento lingüístico que denota su carácter escénico original, y por la existencia de situaciones simbólicas forzadas en exceso que rebasan la frontera de la lógica, como los reiterados esfuerzos de Claude por asentarse en el escenario principal, la casa de su amigo, ante el que se siente fascinado y distanciado a la vez.
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