(0) BUSCANDO A EIMISH, de Ana Rodríguez Rosell.

¿PARA QUÉ?
Son muchos los realizadores que, cegados por su pasión audiovisual, creen equivocadamente que basta con grabar celuloide virgen o registrar en soporte electrónico para lograr de forma automática imágenes fascinantes y películas de calidad, sin percatarse de que carecen de lo esencial: el talento. Su afán de estrenar como sea les impide además darse cuenta de que están ocupando sin merecerlo pantallas a las que no tienen acceso obras mucho más importante, como es el caso de Valencia donde no llegan algunos estrenos destacables.
Ana Rodríguez Rosell, autora de varios cortometrajes y documentales, debuta en el largometraje con una película sin interés alguno a partir de un deleznable guión suyo, con una puesta en escena banal, personajes sin consistencia, una línea narrativa tan simple como incoherente —repleta de planos del pasado o producto de la imaginación— y unos diálogos infames que barajan sin rigor el castellano, el alemán y el italiano.
Buscando a Eimish es una tonta historia romántica de treintañeros —búsqueda de la propia identidad y el miedo al amor— ante la que los diversos novios que ha tenido la protagonista y su regreso, preñada, con su pareja actual nos importa una higa. Pese a su presencia en media docena de festivales, aireados para ganar prestigio, la pregunta clave es: ¿Para qué?
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