(3) ADAM RESUCITADO, de Paul Schrader.

DE HOMBRES Y PERROS
Unos breves compases de Richard Wagner (“Tannhausser”) ilustran musicalmente el inicio de este film cuya banda sonora, sin embargo, está a cargo por entero de Gabriel Yared con una partitura básicamente melódica pese a haber sido compuesta mediante sintetizador. Adam resucitado, co-producción entre Alemania, Estados Unidos e Israel, cuenta con un reparto magnífico con los principales papeles encarnados por Jeff Goldblum, Willem Dafoe y Derek Jacobi, aunque esta historia sobre el Holocausto y sus consecuencias —un tema del que se han ocupado docenas de películas— logra convertirse en un relato lleno de originalidad gracias a la discutida novela de Yoram Kaniuk El hombre perro, su conversión en guión por Noah Stollman, que logra fundir con eficacia drama y lirismo, y una dirección singular de Paul Schrader, un cineasta de hondas convicciones morales, que se identifica con los hechos narrados al coincidir plenamente éstos con su reiterada preocupación por el pecado, la culpa y la redención.
Esta terrible recreación de los campos de exterminio, con nazis inhumanos y judíos aniquilados, no resulta fácil de ver y de asimilar no sólo por la fragmentación del relato en diversos períodos temporales —desde los años 30 a los primeros años 60, con fríos colores metálicos para el presente y foto en blanco-negro para el pasado—, sino por su carácter esencialmente anti-naturalista, con abundantes elementos simbólicos, imágenes expresionistas y situaciones oníricas que reflejan con subjetividad el torturado universo interior, mental, del protagonista Adam Stein, un brillante y seductor showman encarcelado y esclavizado por los nazis cuya tragedia personal y familiar se describe mediante numerosos flashbacks y elipsis que se resuelven en un hospital psiquiátrico israelí de estilo “bauhaus” en medio del desierto, con la identificación del antiguo artista con el niño-perro, dos historias paralelas que finalizan con su curación-salvación como personas que fueron reducidas a meros objetos-mascota.
Supervivencia, memoria, sufrimiento, fantasías y obsesiones son las vivencias de la serie de personajes que forman en microcosmos —representación de un segmento de la Humanidad y de un trozo de la Historia— que habita un manicomio, una muestra de las complejas cuestiones éticas que vienen a enriquecer la película: el servilismo hacia los nazis como medio de salvar la propia vida, la responsabilidad en las muertes ajenas, la legitimidad del enriquecimiento resultante de la esclavitud sufrida, la colaboración entre víctimas y verdugos —recordemos la polémica Portero de noche de Liliana Cavani—, los difusos límites entre razón y locura, entre libertad y cautiverio, etc.
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