(2) SALVAJES, de Oliver Stone.

NARCO-THRILLER DE POSTAL
Dicen sus partidarios que el siempre controvertido Oliver Stone regresa al cine que le encumbró a mediados de los años 80 y 90, reproduciendo con su peculiar estilo ese mundo fascinante pero hueco del “sexo, drogas y rock&roll” plagado de forajidos, delincuentes y personajes de escasa ética que tan buenos resultados cosechó en su momento.
Efectivamente, tras una época ulterior fértil en documentales con abundante carga ideológica, secuelas innecesarias e insípidos biopics, Salvajes supone retomar la senda marcada por Asesinos natos (1994) y Giro al infierno (1997), dando forma a un thriller ultraviolento carente de toda reflexión crítica pero cargado de lo que se suele llamar “políticamente incorrecto”.
Basado en la novela homónima del reconocido escritor Don Winslow, uno de los máximos representantes del género negro de la literatura estadounidense actual, el film narra el enfrentamiento entre dos modestos y pacíficos traficantes de droga, amigos y residentes en Laguna Beach, y un peligroso cartel mexicano que intenta introducirse en Estados Unidos absorbiendo a los productores y distribuidores independientes por la fuerza. Ante la negativa de ambos, su novia —es un trío romántico sin aristas, perfecto en su definición— es secuestrada, iniciándose una cruenta guerra por el amor de una mujer y el derecho a la libre empresa.
A pesar de sugerir breves reflexiones sobre las luchas por el poder, las lealtades cambiantes y la naturaleza violenta del ser humano, Salvajes está lejos de ser una inteligente sátira del citado inframundo criminal, pues en vez de mostrar con realismo las interioridades de ese opaco negocio, la película es una atractiva postal turística de una California de ensueño que revela su verdadera naturaleza: un frívolo divertimento ambientado en escenarios lujosos, con protagonistas salidos de un catálogo de moda y una trama tan manida como previsible, con un tramposo doble desenlace que lo aleja de notables títulos que ha dado el género en fechas recientes como Shame (2011) o Mátalos suavemente (2012), por poner dos ejemplos.
Sin embargo, resulta obligatorio destacar de Oliver Stone su innegable talento para la narración, gracias a un ritmo ágil marcado por las abundantes escenas de acción y una factura visual muy estimulante gracias a una colorista fotografía que resalta colores y texturas de intensa tonalidad para vender esos paisajes paradisíacos de la costa oeste norteamericana. Se deja ver.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.