(2) BEL AMI, HISTORIA DE UN SEDUCTOR, de Declan Donnellan y Nick Ormerod.

GEORGES DUROY Y SUS MUJERES
De los casi 300 cuentos y las seis novelas escritas por Guy de Maupassant (1850-1893), quizá sea Bel Ami una de sus obras más famosas, aunque algunas de sus versiones fílmicas —la de Willi Frost en 1939 y la de Louis Daquin en 1954— no llegaron a nuestras pantallas seguramente por razones de censura y la más conocida de Albert Lewin, Los asuntos privaos de Bel Ami (1947), con George Sanders y Angela Lansbury, tuvo que esperar hasta mayo de 1984 para poder verse en televisión. En la novela ahora llevada de nuevo al cine por dos realizadores británicos debutantes procedentes del ámbito teatral se puede apreciar la adscripción naturalista, tanto psicológica como social, del escritor —discípulo de Flaubert y de Zola— no sólo por el empleo de algunos datos autobiográficos sino también por la minuciosidad de los detalles y por una mirada crítica sobre la Belle Époque que evita las fanfarrias y francachelas atribuidas a los años finales del siglo XIX para ocuparse especialmente de la miseria moral oculta bajo los oropeles y el esplendor de toda una época.
El film, sin embargo, no alcanza la complejidad del libro, una mezcla de sentimientos, pasiones e intereses orquestada en los salones y las alcobas por maridos, esposas y amantes que en la pantalla se esquematiza a veces hasta rozar lo anecdótico, seguramente por la necesidad material de eliminar páginas del texto original o de resumir algunos de sus capítulos. La guionista Rachel Benette hace arrancar el relato en 1890 y los directores juegan sobre todo la baza de las estrellas que protagonizan el elenco actoral, el vestuario y los decorados.
El novelista hace del protagonista Georges Duroy —encarnado en la película por Robert Pattinson—, modesto hijo de campesinos y soldado sin fortuna, el poderoso vehículo para retratar a una alta sociedad parisina enviciada en la que el joven, con escaso talento pero apuesto, cínico y ambicioso, logra alcanzar finalmente las más altas cimas del éxito y la prosperidad como experto en el manejo de las mujeres que logra seducir. Una sociedad que no se fundamenta en sólidos principios éticos o en acreditados méritos personales, sino en el oportunismo y en el afán de lucro. Maupassant, y en cierta medida el film, se muestran aquí tan lúcido como pesimista, lejos de toda consideración romántica, a la hora de retratar costumbres, ideales y conductas.
Se ha dicho, no sin razón, que el relato apenas ha perdido vigencia, seguramente por la generalizada obsesión por la riqueza y la corrupción que describen sus páginas y fotogramas, incluyendo un gobierno triunfador gracias a la manipulación de la prensa y que no tiene reparos en traicionar su programa electoral. Engaño, podredumbre, dinero, sexo, degradación política… al igual que hoy, en una adaptación de Maupassant hecha con palpable corrección.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.