(0) STEP UP REVOLUTION, de Scott Speer.

NACIDOS PARA BAILAR
La cuarta entrega de la saga Step Up, producto de laboratorio creado para el público adolescente, certifica el éxito de una forma de entender el cine como un mero escaparate para vender ropa y complementos, estilos de vida, ambientes sofisticados, amores románticos y mensajes gratificantes a una juventud materialista y apolítica que lo único que quiere es pasárselo bien.
Carente de una historia sólida que fortalezca los cimientos de este endeble pasatiempo, lo único que merece la pena son las numerosas actuaciones musicales que protagoniza un misterioso grupo de bailarines llamado The Mob, que utiliza este arte como medio de expresión artística. Las coreografías son, en ese sentido, admirables, si bien dependen mucho de un montaje endiablado formado por una frenética sucesión de planos cortos que acaban mareando al que no esté acostumbrado a ese lenguaje propio de la MTV.
Diseñada por tanto como un larguísimo videoclip, Step Up Revolution narra torpemente el predecible romance juvenil interclasista –paradójicamente en un contexto carente de preocupaciones económicas– entre un chico pobre y una “hija de papá” que pretenden cambiar el mundo a través del baile, si bien el mundo es el que acaba domesticándoles por acreditar como el paradigma del final feliz conseguir un contrato con una marca internacional. Porque todo es pura fachada: tras convulsionar Miami con sus performances reclamando los derechos de su barrio contra la depredación urbanística, los protagonistas alcanzan el reconocimiento y en ese momento se revelan los auténticos valores que comparte esa Generación Triunfo. Poderoso caballero…
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