(0) ABRAHAM LINCOLN: CAZADOR DE VAMPIROS, de Timur Bekmambetov.

CHURRAS CON MERINAS
La explotación exhaustiva de fórmulas de éxito deriva en numerosas ocasiones en un ostensible proceso de caricaturización. Si a ello sumamos la tendencia posmoderna de fundir géneros y estilos, el resultado suele ser un pastiche extravagante de difícil catalogación. Es el caso de Abraham Lincoln: Cazador de vampiros, un relato híbrido histórico-fantástico de terror que convierte el decimosexto presidente de los Estados Unidos en un experimentado cazavampiros.
El responsable de tal disparate es Seth Grahame-Smith, autor de la obra homónima en la que se basa el film —y que a su vez firma el guión— y de una exitosa (¿?) versión zombie de la novela de Jane Austen Orgullo y prejuicio.
La idea consiste en partir de breves referencias reales, tanto del personaje en cuestión —Abraham Lincoln, 1809-1865— como de la época en la que vivió —la Guerra Civil USA, 1861-1865—, omitiendo o modificando a conveniencia para crear un entorno verosímil e introducir elementos fantásticos —la existencia de vampiros— con los que convertir la historia en algo “nuevo” y “original”, sin que su resultado signifique necesariamente “bueno”.
Dirige el ruso-kazajo Timor Bekmambetov, responsable de la olvidable Wanted (Se busca) (2008), reconocido realizador adicto a la grandilocuencia. Ello explica el derroche visual y la pirotecnia efectista que invade todo el metraje, especialmente las abundantes escenas de acción, resueltas al estilo Matrix si bien con decorados y vestuario del siglo XIX.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.