(2) TERRAFERMA, de Emanuele Crialese.

TURISMO E INMIGRACIÓN
El realizador Emanuele Crialese sigue enalteciendo sus orígenes sicilianos en su último film, galardonado con el Premio Especial del Jurado en el pasado Festival de Cine de Venecia. Combinando un registro documental de fondo con una ficción claramente heredera del Neorrealismo italiano –una trama vinculada a los sectores más desfavorecidos, un abundante uso de escenarios naturales, una importante presencia de actores no profesionales, etc.–, Terraferma configura una crónica social ambientada en una isla del Mediterráneo en la que una familia de pescadores intenta salir adelante dividida entre la fidelidad a un oficio en plena decadencia y la adaptación a los nuevos tiempos de turismo masivo, enfrentándose además a la trágica realidad de la inmigración ilegal.
Terraferma es, en ese sentido, una eficiente aproximación al eterno conflicto entre tradición y modernidad, así como un certero retrato de la injusticia existente en el trato al inmigrante clandestino, un colectivo que está siendo criminalizado mediante leyes restrictivas de derechos y libertades. Legislaciones insolidarias y crueles que, por ejemplo, impiden a los pescadores ayudar al náufrago tal y como ordenan las ancestrales leyes del mar.
Pero a pesar del estimable esfuerzo de Crialese en mostrar una realidad tan compleja como conflictiva, el film nunca acaba de alzar el vuelo arrastrado por una narración plana y convencional que acaba transitando en el terreno cenagoso del melodrama. Quizá lo mejor de Terraferma sea la recurrente composición de imágenes de gran belleza que recrea un paraíso insular en peligro debido a la sobreexplotación de los recursos naturales y al desarrollo de un turismo depredador de sol y playa.
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