(2) POLLO CON CIRUELAS, de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud.

CUENTO ORIENTAL LLENO DE FANTASÍA
Los autores de Persépolis (2007) han realizado su segundo largometraje —una coproducción entre Francia, Alemania y Bélgica— con actores y abundantes elementos de ficción adaptando una novela gráfica de Marjane Satrapi cargada de referencias autobiográficas, como es el caso de un lejano familiar, destacado músico muerto en extrañas circunstancias. Esta vez el film se sitúa en el Teherán de 1958, cuando ya se habían disipado las esperanzas en un régimen democrático de corte occidental tras el golpe de estado de 1953, que impuso una monarquía dictatorial (el Sha) al servicio de los intereses petrolíferos de Estados Unidos y de Gran Bretaña.
Y aunque el protagonista es un violinista —interpretado por Matthieu Amalric— que, tras romperse su Stradivarius, cae en una profunda depresión y rememora los viejos tiempos de felicidad, el film constituye un rompecabezas narrativo hecho con gran variedad de estilos y bloques temporales fragmentados: pasado, presente y futuro; amor de juventud y triste matrimonio posterior; imágenes reales y de animación; cotidianeidad y fantasía; drama y humor; vida y muerte, etc.
Pollo con ciruelas es un relato estructurado, pues, mediante diversos momentos que mezclan realidad e imaginación, con gran importancia de la memoria y de la evocación, característica que ha hecho necesario su rodaje en decorados construidos en el interior de unos estudios berlineses. Pese a estar protagonizada por Nasser-Alí, un artista retratado con bastante egocentrismo y narcisista, cuya historia de amor frustrado le ha hecho pasar del romanticismo a la melancolía, en al película hay un desfile de numerosos personajes encarnados por María de Medeiros, Isabella Rossellini y Chiara Mastroianni, entre otros actores y actrices, que contribuyen a plasmar las intenciones poéticas y nostálgicas de sus guionistas y realizadores, cuya cultura occidental se manifiesta de nuevo con alusiones negativas al estado islamista radical instaurado en Irán por la revolución de 1979.
Pero pese a todas sus buenas intenciones y a sus imágenes cargadas de belleza, he de confesar mi frialdad ante un film en el que he notado a faltar una mayor coherencia estilística, con referencias y homenajes relevantes a cineastas pero formado por una sucesión de piezas demasiado heterogéneas y no siempre bien ensambladas que, en conjunto, no han logrado despertar mi entusiasmo.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.