(2) CAFÉ DE FLORE, de Jean-Marc Vallée.

VIDAS PARALELAS
Esta coproducción franco-canadiense es el tercer largometraje que llega a nuestras pantallas de Jean-Marc Vallée, un realizador cuya formación cultural francófona le ha permitido situar el relato entre Montreal y París, estableciendo el film una singular relación entre dos historias paralelas que se desarrollan en lugares alejados y en épocas distintas.
Dominado por un tono marcadamente melodramático, Café de Flore sitúa en el París de los años 60 la peripecia vital de Jacqueline —la actriz Vanessa Paradis—, una madre soltera abandonada por su pareja después de dar a luz un niño con síndrome de Down, mientras que el Montreal de tiempos actuales es la ciudad donde vive Antoine —el actor Kevin Parent— trabaja como DJ de éxito y es un divorciado con dos hijas que vive feliz con su nueva compañera ante la difícil resignación de su primera mujer.
Claramente inferior en calidad de la destacable C.R.A.Z.Y. (2005), Café de Flore está repleta de coincidencias y de conexiones metafísicas entre historias de personajes, mostradas unas y otros mediante un laborioso montaje alterno, siendo en exceso pretenciosa y de una discutible qualité al estar su desarrollo apoyado en un guión demasiado trascendente sobre la existencia humana —hay una breve referencia a la reencarnación— con abundancia de consideraciones filosóficas sobre el amor, el sufrimiento, la soledad, la supervivencia y la locura.
Para materializar las emociones y enganchar al espectador con la fuerza y universalidad de los sentimientos, la música adquiere una gran importancia en el film, en cuya banda sonora escuchamos, entre otras, la canción Café de Flore interpretada al acordeón por Matthew Herbert, además de conocidas composiciones de Pink Floyd, The Cure, Creedence Clearwater Revival y Sigur Ros.
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