(2) BRAVE (INDOMABLE), de Mark Andrews, Brenda Chapman y Steve Purcell.

LA PRINCESA REBELDE
Cuando la compañía Walt Disney, en plena crisis económica y creativa, adquirió Pixar a principios de 2006 para adaptarse a los nuevos tiempos en el mundo de la animación, algunos temimos lo peor. Sin embargo, esa jugada empresarial generó una sucesión de pequeñas joyas animadas como Monsters, S.A. (2001), Los increíbles (2004), Ratatouille (2007), Wall-E (2008), Up (2009) y Toy Story 3 (2010), en lo que se considera una especie de Edad de Oro de la animación digital estadounidense. Sin embargo, con Brave (Indomable) ha pasado lo inevitable: Pixar se ha doblegado a la voluntad de los ejecutivos de la casa madre, imponiéndose la versión más tradicional de la animación, esa que se llamó peyorativamente estilo Disney.
Cierto es que Brave (Indomable) se atreve a desmontar ciertos tópicos del clásico relato infantil. No hay un príncipe azul que enamore a la protagonista ni villano al que deba enfrentarse, siendo ésta una joven que reniega del papel sumiso que le ha tocado interpretar. Pero en todo caso resulta una subversión epidérmica del típico cuento de princesas: los mismos mensajes aleccionadores, las mismas dosis de sentimentalismo y la inevitable moraleja final hacen acto de presencia, a años luz de la irreverente aproximación al cuento de hadas de Shrek (2001) y sus secuelas. No nos engañemos, la rebeldía de Mérida, la indómita hija del Rey Fergus y de la Reina Elinor, no trasciende al discurso feminista: no renuncia a sus privilegios, ni rechaza el status quo, sólo desea elegir su consorte y casarse por amor.
En ese sentido, este film pretende ser al mismo tiempo un cuento infantil convencional y una actualización de sus elementos más característicos. De hecho, la historia trata, en esencia, de la necesidad de reconciliar dos puntos de vista aparentemente antagónicos: la madre conservadora y la inconformista hija adolescente representan el omnipresente choque entre la tradición y la modernidad, entre lo nuevo y lo viejo. En todo caso, el mérito del film es poner en cuestión el rol de las mujeres sin salirse de los códigos del cuento decimonónico.
Por otra parte, en Brave (Indomable) se nos da una nueva lección magistral sobre el manejo del lenguaje cinematográfico animado. El film es una filigrana técnica narrada con un ritmo dinámico y un apartado visual abrumador. En este punto Pixar se muestra más Pixar que nunca. La definición de la imagen y el detalle de los movimientos y los gestos alcanzan un grado sorprendente, especialmente en la recreación del pelo de la protagonista y sus muecas. En conjunto, esta animación no pasará a la posteridad, pero evidencia la buena salud de la animación estadounidense.
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