(0) LA FELICIDAD NUNCA VIENE SOLA, de James Huth.

CONVENCIONAL COMEDIA ROMÁNTICA
Los expertos guionistas y directores de cine siempre han sabido que las buenas comedias son fruto, en lo fundamental, del talento creativo. Lamentablemente, la mayor parte de comedias románticas —un nombre que pretende ahora dignificar el ancestral género “rosa”—, dirigidas sobre todo a endulzar la emotividad femenina, parten de planteamientos narrativos demasiado tópicos pero de efecto seguro sobre el auditorio: el flechazo, la primacía de los sentimientos sobre toda lógica y el final feliz aunque sea forzado.
Es el caso de esta producción francesa, llena de referencias y citas a películas y canciones famosas, que cuenta la relación amorosa entre Sacha, un pianista judío bohemio y mujeriego —Gad Elmaleh, un actor de amplio recorrido profesional— y Charlotte —la bella Sophie Marceau—, una rica divorciada con tres hijos de dos matrimonios fallidos.
Aquí sobran tanto la fragilidad estructural del relato como los previsibles diálogos, los gags mecanicistas, el humor facilón, las rupturas y reconciliaciones de archivo, además de los achuchones cortados repentinamente mediante elipsis. Ignoro si por razones de taquilla o por escasez de ingenio, la película de James Huth —un matemático de origen húngaro, cinéfilo empedernido, obseso por la brillantez pero demasiado superficial—, autor del guión junto a su esposa Sonja Shillito, me ha parecido muy convencional y no me ha gustado.
En un breve papel —la madre del protagonista Sacha—, a sus 72 años, aparece Macha Méril, una actriz que conoció sus años de esplendor, casada con el realizador italiano Gian Vittorio Baldi e integrante de algunos repartos de notables cineastas como Godard, Fassbinder, Pialat, Deville, Rouffio y Buñuel.
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