(2) LA DELICADEZA, de Stéphane y David Foenkinos.

CUALQUIER NOCHE PUEDE SALIR EL SOL
Esta primera película que nos llega de los hermanos Foenkinos parte de un guión de David —que ha adaptado su novela homónima, gran éxito internacional de ventas— y mezcla drama y comedia para narrar el largo proceso de reencuentro con el amor de una joven viuda que, tras un tiempo de luto, triunfa en su trabajo y emprende una nueva y feliz vida con un bondadoso compañero de oficina.
Los realizadores se confiesan discípulos o simples admiradores de J. Doillon, F. Truffaut y A. Kaurismäki, pero lo cierto es que el protagonismo de Audrey Toutou, una actriz especializada en papeles que basculan peligrosamente entre lo encantador y lo empalagoso, y un estilo fílmico directamente emparentado con el género “rosa”, aunque ahora lo llamen cine romántico como también es el caso del italiano Federico Moccia, se limita a manejar los sentimientos como motor exclusivo del desarrollo narrativo, pese a su evolución hacia un mayor realismo en los diversos ambientes del film.
Las situaciones que aparecen en La delicadeza son bastante previsibles, a pesar de contar con ciertas dosis de ironía y de apelar a la complicidad del espectador, pero los personajes resultan demasiado unidimensionales, sin la deseable complejidad. La música y las canciones están a cargo de Emilie Simon, una artista que al parecer entusiasma en Francia.
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