(3) TAKE SHELTER, de Jeff Nichols.

PERCIBIENDO LA HECATOMBE
En épocas de grave crisis económica y social, como la que padecemos actualmente, proliferan en los mass media los discursos apocalípticos que canalizan el miedo colectivo a un cataclismo que ponga fin a la existencia tal y como la conocemos, reflejando la angustia y la incertidumbre propias de nuestro tiempo. El cine, cómo no, se ha apuntado a esta tendencia y el género de catástrofes ha proporcionado abundantes títulos a lo largo de su historia, siendo los más recientes la notable Melancolía (2011), de Lars von Trier, y la inédita 4:44 Last Day on Earth (2011), de Abel Ferrara. Take Shelter se incluye en este breve listado, diferenciándolo del resto de películas de similar temática por su espíritu rabiosamente independiente, caracterizado por un tratamiento más profundo que trasciende la mera anécdota y una menor dependencia del efectismo digital que antepone la descripción de conflictos personales a los grandes espectáculos pirotécnicos del tipo 2012 (2009), de Roland Emmerich.
Premiada en el Festival de Cannes, donde se alzó con el Gran Premio de la Fipresci, y en el Festival de Gijón, donde obtuvo el Premio Especial del Jurado, Take Shelter constituye un magnífico ejemplo de thriller sobrenatural en clave indie, constreñido por evidentes limitaciones presupuestarias pero enriquecido por el talento del joven realizador estadounidense Jeff Nichols a la hora de narrar la historia de un padre de familia del medio oeste americano que, obsesionado por pesadillas que le advierten de una inminente tormenta de proporciones bíblicas, decide construir un refugio mientras se enfrenta a la incomprensión de su propia familia y a la de su comunidad.
Sin duda, las virtudes del film son sobre todo dos: el certero retrato de su personaje central, transmitiendo al público su constante sensación de inquietud e inestabilidad emocional, y la inteligente estrategia de prolongar la ambigüedad hasta el final gracias a una sublime dosificación del suspense. ¿Nos encontramos ante un lunático o ante un visionario? ¿Son ciertas sus premoniciones o son simplemente expresión de su mente enloquecida? Durante la mayor parte del metraje, asistimos a una destacable descripción de lo que podría ser un brote psicótico en el que se fusiona lo real y lo imaginado. La subtrama referida a la madre del protagonista, víctima de la esquizofrenia, fortalece el origen patológico de sus visiones. El resultado, en todo caso, es muy desconcertante ya que las escenas oníricas que experimenta éste no se diferencian aparentemente del resto de secuencias, pero se van adivinando por ese peculiar ambiente de extrañamiento en el que se suceden los “avisos”. Alumno aventajado de David Lynch, por tanto, Jeff Nichols juega con el espectador rompiendo los anclajes de la realidad y penetrando en el universo desconocido, imprevisible y perturbador de la paranoia. El mérito podría justificarse por un guión que aporta un grado creciente de tensión y angustia existencial, pero también por una dirección precisa y astuta que privilegia la interacción de personajes, lo que permite el lucimiento de los actores, especialmente Michael Shannon y Jessica Chastain, en unas memorables interpretaciones.
La escena final, uno de los desenlaces más bellos, terribles y proféticos del cine contemporáneo, descubre la incógnita. Pero lejos de estropear la estructura dramática del film, lo que hace es enfatizar su mensaje. Take Shelder es una interesante película que reflexiona sobre la incomunicación en una sociedad abocada al desastre y la necesidad de personalidades singulares que adviertan y actúen contra comportamientos egoístas o irracionales (en el plano económico, político y medioambiental) que lleven al desastre.
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