(3) MADRID, 1987, de David Trueba.

DUELO INTERGERACIONAL
Como si de una exquisitez gastronómica se tratase, el último film de David Trueba, Madrid, 1987, es un pequeño pero gran film que debe consumirse pacientemente, masticando despacio para poder disfrutar de su gran complejidad intelectual, de sus acertadas connotaciones psicológicas y de sus interesantes observaciones sobre la vida y la literatura, reflejo de profundas reflexiones vitales. Sin embargo, el film sorprende por su tremenda sencillez a nivel narrativo y en su puesta en escena, resuelta con una pareja protagonista y prácticamente con un único escenario, un aquí y ahora permanente, aspecto que no hace sino enfatizar su riqueza conceptual.
Nos encontramos en un Madrid vacío y caluroso del verano de 1987. Marco espacio-temporal nada gratuito, pues está siempre presente el contexto histórico, político y social en sus densos diálogos. Dos personajes; un veterano escritor y periodista, escéptico resabio de la experiencia, y una joven estudiante con aspiraciones literarias; se quedan accidentalmente encerrados en un cuarto de baño. En ese espacio reducido se despliega, pues, un magnífico duelo interpretativo protagonizado por José Sacristán y María Valverde, quienes representan dos visiones casi antagónicas de la existencia humana, y no solamente por la diferencia de edad. Madrid, 1987 muestra la dialéctica intergeneracional con maestría, poniendo de manifiesto los diversos puntos de vista sobre una cantidad ingente de temas y problemáticas. Cuestiones ideológicas, culturales, políticas, biológicas, sentimentales y sexuales van haciendo acto de presencia mientras pasa el tiempo entre esas cuatro paredes, esperando que alguien les oiga para ayudarles a salir de allí o que el dueño el piso vuelva tras pasar el fin de semana en la sierra.
Un film distanciado, alejado conscientemente de toda tentación anecdótica y costumbrista, que quizá pueda dar la sensación de irrealidad o caer en una “literatura recitada”, ya que a veces los comentarios, especialmente del periodista-escritor, parecen más recitados que hablados. En todo caso, Madrid, 1987 destaca por la universalidad de su mensaje, por la gran aportación de sus actores y por la demostración efectiva de que en el buen cine más vale el talento que la chequera.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.