(3) CUMBRES BORRASCOSAS, de Andrea Arnold.

LA NATURALEZA INDÓMITA DEL AMOR
Cuando parecía que se había dicho todo sobre Cumbres borrascosas, la adaptación cinematográfica de la célebre novela de Emily Brontë dirigida por la inglesa Andrea Arnold ofrece una versión personalísima cargada de fuerza y de emoción, en una de las manifestaciones más intensas del amor romántico desde que éste se corrompió bajo infames intereses comerciales y el prisma de falsos moralismos y burdos sentimentalismos. Cumbres borrascosas expresa, por fin, ese amor irracional y autodestructivo atiborrado de deseo prohibido que, víctima de su desdicha, es incapaz de quebrantar las normas sociales de la época y superar diferencias interclasistas.
Alejada del férreo academicismo de la primera versión de 1939, obra de un inspirado William Wyler junto al dúo formado por Lawrence Olivier y Merle Oberon en sus papeles protagonistas, la directora de Red Road (2006) y Fish Tank (2009) se decanta por una interpretación hiperrealista de la obra literaria que se centra, hasta niveles extenuantes, en la descripción física y psicológica de los jóvenes protagonistas y del contexto en el que se encuentran. Con apelaciones constantes a los sentidos en un insólito poema sensorial, resulta laboriosa la forma en que Andrea Arnold se dedica a mostrar la ruda naturaleza de ese lugar apartado de la civilización, en sintonía con las atormentadas almas de los sufridos amantes. Así, el paisaje estepario de Yorkshire refleja con brillantez la pobreza, la soledad y la obsesión de los personajes, al igual que la dureza del clima expresa la salvaje pasión que les une. La lluvia, la niebla, la nieve y la ventisca no son sino la expresión embravecida del sturm und drang tan característico del Romanticismo decimonónico.
Ese universo emocional tan oscuro y malsano como desasosegante es presentado al espectador mediante una dinámica narración basada en frecuentes rupturas espacio-temporales, en las que se insertan abundantes planos desenfocados y bruscos movimientos de cámara. La fotografía, que goza de una importancia determinante, destaca por su iluminación natural, mientras que la banda sonora impresiona por la ausencia de ambientación musical y la escasez de diálogos. El resultado de todo ello convierte a Cumbres borrascosas en un interesante ejercicio de estilo, además de una digna adaptación de la obra homónima de la citada escritora británica.
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