(2) SI QUIERO SILBAR, SILBO, de Florin Serban.

DELINCUENTES JUVENILES
Este primer largometraje del rumano Florin Serban, un realizador de diversos cortometrajes y de trabajos en TV que estudió y luego enseñó cine en la Universidad de Columbia (EE.UU.) es una libre adaptación de la obra teatral homónima de Andrea Valean, modificada y enriquecida al parecer por las aportaciones de los propios actores del film, delincuentes juveniles que habían participado y destacado en un taller de interpretación.
Pese a los premios obtenidos en el Festival de Berlín y en el Festival de Sarajevo, este relato ubicado en un reformatorio de menores y protagonizado por el joven George Pistereanu me ha parecido bastante previsible y superficial, sin que el rodaje con cámara al hombro, el palpable alargamiento de la duración de los planos y su consecuente ritmo pausado hayan logrado mejorar la calidad de esta película concebida con inequívocas pretensiones de “autor”.
Aquí, el protagonista es un recluso modélico hasta poco antes de salir en libertad, cuando se rebela y estalla violentamente tras resultar víctima de la falta de amor maternal y de tolerancia institucional, resortes puramente sentimentales que me han hecho añorar la maestría y la complejidad de filmes con similares referentes argumentales, echando en falta concretamente la profunda emotividad de Los 400 golpes (François Truffaut, 1959) y la lúcida denuncia social de La soledad del corredor de fondo (Tony Richardson, 1962).
Otra vez será.
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