(1) EL INVITADO, de Daniel Espinosa.

LA PERSECUCIÓN
El éxito de Dinero fácil (2010), un oscuro y denso thriller sobre los bajos fondos de Estocolmo, abrió las puertas de Hollywood a Daniel Espinosa, un realizador sueco de origen chileno que se ha hecho, merecidamente, un pequeño hueco en un género dominado por los Greengrass, los Scott y los Ritchie.
Su primera obra en la meca del cine, El invitado, es un film de espías tan rutinario como efectivo. El punto de partida se encuentra plenamente contextualizado en esta era post-Wikileaks en la que nos encontramos, al narrar las vicisitudes de un joven agente de la CIA encargado de custodiar a un renegado que pretende vender un chip con información delicada de las principales agencias de información del mundo, y destapar así sus tejemanejes y mentiras; pero enseguida pierde fuelle al decantarse por la previsible sobredosis de tiros y persecuciones iniciando una trama de traiciones que ponen en peligro la vida de los protagonistas, los cuales emprenden una huida desesperada.
Adscrito a los cánones del nuevo cine de acción, El invitado asume una estética y una narración que tan buenos resultados han dado a los cineastas antes mencionados: una fotografía saturada que resalta los colores cálidos, un ritmo frenético instigado por un montaje convulso, una cámara nerviosa que sigue a los personajes como si de un testigo presencial se tratara, unas escenas de acción casi coreografiadas, una banda sonora estridente, etc. Sin embargo, carece de alma. Demasiado pendiente de adaptarse a los gustos de los grandes estudios, Daniel Espinosa elabora un relato demasiado encorsetado por los tópicos y los lugares comunes, resultando demasiado superficial. Además, el film parece moldeado para mayor gloria de Denzel Washington, que ejerce aquí de productor y actor principal, siendo el resto de personajes una comparsa de títeres al servicio de un guión un tanto esquemático. Una pena.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.