(3) ARRUGAS, de Ignacio Ferreras.

EMOTIVO RETRATO DE LA VEJEZ
Cuando me regalaron la pasada Nochebuena Arrugas, el laureado cómic de Paco Roca, no podía sospechar el favor que me hicieron. No sólo descubrí un magnífico cómic, Premio Nacional en 2008, que me indujo a conocer con más detalle el panorama del cómic español, que lo hay y de calidad; sino que también pude comprobar lo equivocado que está ese prejuicio que considera el cómic como un producto banal y desligado de la alta cultura, destinado exclusivamente a un público infantil. Era cuestión de tiempo que el reconocimiento y la difusión de Arrugas animara a algún avispado productor, en este caso Manuel Cristóbal, ganador de dos premios Goya por El Bosque animado (2001) y El lince perdido (2008), a adaptarlo a la gran pantalla.
El responsable de Arrugas es Ignacio Ferreras, un docto pero joven animador que se ha labrado una destacable trayectoria profesional en el extranjero y que ha sabido reflejar fielmente el espíritu y la letra de la obra gráfica original homónima. El film configura, por tanto, un magnífico y emotivo retrato de la vejez y de los problemas derivados de ella, como la soledad y la enfermedad.
De la mano de Emilio, un anciano que es ingresado en una residencia geriátrica al serle diagnosticada la enfermedad de Alzheimer, se nos presenta a los espectadores un universo pocas veces mostrado en los medios de comunicación: la tercera edad. Pero lo hace alejado de los tópicos habituales del melodrama más barato, con una sinceridad y una humanidad que emocionan y enseñan a partes iguales. Esa es la gran virtud de esta animación: un guión adulto, maduro y sensible a la hora de aproximarse a una realidad invisible en esta sociedad que glorifica la juventud como sinónimo de perfección. Por fin una historia es protagonizada por un variopinto grupo de ancianos, a los que les resulta inevitable sufrir los achaques propios de su edad mientras rememoran su vida a golpe de flashback, exteriorizan sus obsesiones y se dejan llevar por sus sueños y deseos.
Arrugas no elude los momentos más dramáticos, ni oculta las consecuencias del deterioro inherente de la etapa final de la vida, pero lo hace añadiendo abundantes dosis de humor para hacerlo más llevadero.
Es justo y necesario, por tanto, que este film opte a los premios Goya en dos categorías, mejor película de animación y mejor guión adaptado. La animación española está pasando por una buena racha. Ojalá dure.
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