PIERRE ETAIX, LA MIRADA DEL PAYASO

“LOS ESPECTADORES ENCUENTRAN EN MIS PERSONAJES UNA PARTE DE ELLOS MISMOS”
Payaso, ilustrador, actor, cineasta y poeta bohemio, el veterano Pierre Etaix es un personaje atípico y excepcional, sin duda uno de los supervivientes del espíritu burlesco de los tiempos de Federico Fellini y Jerry Lewis. Y tenemos la suerte de conocerle personalmente, pues ha visitado recientemente Valencia para presentar un ciclo dedicado a su obra que proyecta actualmente la Filmoteca Valenciana y una exposición de carteles y de storyboards de sus películas en el Instituto Francés de Valencia.
Permítame empezar por el final. ¿Qué ve al mirar atrás?
Veo una larga vida llena de satisfacciones pero también de momentos dolorosos. Mi vida ha sido bastante complicada porque no me ha resultado nada fácil aprender mi oficio. Pero a pesar de todo, he tenido la gran suerte de hacer lo que siempre he querido: hacer reír a la gente. A través del cine, del circo y del music-hall.
¿En espíritu, el Pierre Etaix actual es el mismo que el de sus comienzos?
Me siento orgulloso de poder afirmar que hoy en día, a pesar de la edad, me mueven los mismos sentimientos, las mismas inquietudes y los mismos deseos que antaño. Como payaso, he dedicado toda mi atención a provocar la sonrisa del público.
¿Qué hay detrás del oficio de payaso?
Una firme creencia en el poder terapéutico de la risa. Un deseo vocacional de dedicarte por entero a los demás a través del mimo. La necesidad de hacer olvidar por un momento las desgracias de la vida y provocar la sonrisa de niños y adultos.
¿Qué ama más, el cine o el circo?
Sería injusto hacerme elegir entre uno y otro, porque los dos me han proporcionado todo lo que soy. Pero si debo reconocer mi preferencia por alguno, que decanto por el circo. El circo me permite interactuar con el público, dirigirme a él directamente. Es este juego con los espectadores, esas reacciones inmediatas que provoco en ellos lo que más me ha motivado. El cine requiere un mayor esfuerzo intelectual y para emocionar a la gente, cuanto más simple sea el gag mejor.
¿Cómo se introdujo en el mundo del cine?
En 1954 conocí a Jacques Tati y me pidió que le ayudara como gagman en sus películas, así que colaboré estrechamente con él en Mi tío, aprendiendo las interioridades de un medio con grandes posibilidades para la comedia. En ese momento surgió mi interés en el cine. En esa época trabajé como actor en films de Louis Malle y Robert Bresson, entre otros, y dirigí algunos cortometrajes, el segundo de ellos Hereux anniversaire (1962) fue premiado en Hollywood. Fue entonces cuando me atrevía a dar el salto al largometraje.
¿Se siente reconocido al ser comparado con Chaplin, Keaton o Lewis?
Sinceramente creo que no llego a su nivel. Esos que citas son gigantes, no hay comparación posible. Cuando, de joven, vi por primera vez las películas de Chaplin y de Keaton me fascinaron por su vitalidad y su espíritu burlesco. Desde entonces, quise hacer algo parecido.
¿Qué mensaje común comparte su filmografía?
Mi punto de partida siempre fue la observación del ser humano. Supongo que mi intención fue hablar del individuo y de su tiempo, de sus sentimientos, de sus sueños, de sus dudas… siempre bajo un enfoque satírico. De esa manera, los espectadores han encontrado en mis personajes una parte de ellos mismos. Quizá sea esa identificación, distorsionada por el efecto cómico, la esencia de mis películas.
¿Todo tiene su lado cómico?
El humor es como una lente a través de la cual se ve la realidad. Pero no hay situaciones cómicas en sí mismas. Depende del contexto y de las circunstancias del receptor.
Tras dos décadas de pleitos, finalmente ha recuperado el control de sus películas.
Estoy muy contento por haber conseguido al fin los derechos de las películas, así el público podrá conocer mi obra fílmica.
Pau Vanaclocha
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