(3) UN DIOS SALVAJE, de Roman Polanski.

ESCALADA DE VIOLENCIA
Como podemos comprobar desde Molière a Chejov o desde Tennesse Williams a Yasmina Reza, una de las virtudes del buen teatro es su capacidad para arrancar las máscaras con que se embozan los personajes al relacionarse entre ellos, rompiendo las falsas apariencias con las que a menudo los seres humanos disfrazan como cortesía y buenas maneras lo que la naturaleza ha creado como egoísmo y crueldad.
Un dios salvaje parte de una breve obra teatral de Yasmina Reza, la famosa autora de Arte, que Roman Polanski ha adaptado al cine respetando sus 79 minutos de duración y su acción continua en tiempo real, sin el recurso a elipsis alguna, con cuatro actores en un escenario único, un apartamento de Nueva York. Allí, dos matrimonios intentan solucionar educadamente un molesto incidente: el hijo de una de las parejas ha agredido y herido en el parque al hijo de la otra.
Esta modesta producción demuestra una vez más la maestría de Polanski al convertir la riqueza literaria y la variedad de matices del texto original -entre la comedia y el drama, con abundantes elementos que oscilan de la ironía a la sátira pasando por el sarcasmo- en un riguroso estudio de personajes, revelando la violencia moral subyacente bajo la corrección de las normas de convivencia social, cuando la agresividad -aquí sólo verbal, mediante palabras injuriosas o despectivas- se impone al respeto debido a los demás.
El título original del film, Carnage, ya indica metafóricamente el contenido del relato cuyo conflicto y desarrollo me hace recordar un magistral cortometraje titulado Ojo por ojo (James W. Home, 1929), en el que una banal discusión entre Stan Laurel y Oliver Hardy termina con la paulatina, airada y completa destrucción del coche de uno y de la vivienda del otro.
En esta ocasión, la maestría en el montaje, el ritmo y la interpretación hay que añadir el perfecto dominio de su oficio por parte de los técnicos que intervienen, algunos de ellos premiados ya por su labor en grandes superproducciones, cumpliendo estrictamente las instrucciones del director, un experto narrador que sabe de sobra en qué momento utilizar planos generales o planos más cortos para expresar la calma, la tensión o la violencia presente en cada momento.
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