(1) ONE DAY (SIEMPRE EL MISMO DÍA), de Lone Scherfig.

AMIGOS ENAMORADOS
La tenue frontera que distingue un drama consistente del mero folletín consiste, fundamentalmente, en la solidez de los sentimientos de los protagonistas y en la naturalidad con la que los obstáculos que impiden su felicidad son mostrados en la pantalla. Cuanto más forzados sean éstos menos creíbles y sinceros serán los personajes. Así de simple.
One day (Siempre el mismo día), floja adaptación del best-seller de David Nicholls, es un claro ejemplo del llamado “cine de guión” cuyas aflicciones sentimentales de los protagonistas van y vienen, caprichosamente, con el objetivo de dilatar en exceso una situación en la que dos amigos enamorados que las pasan canutas sin saber que lo que han estado buscando largo tiempo estaba delante de ellos. En vez de ser los personajes los que evolucionan de forma natural, envueltos en un contexto realista, éstos parecen moverse a golpe de guión por los arbitrarios giros del guionista, el propio Nicholls, obsesionado en prolongar sus agonías emocionales con el fin de canalizar sus frustraciones y amarguras en un convencional desenlace en el que, previsiblemente, acaban descubriendo su inevitable destino.
Sorprende, negativamente, que la realizadora de la galardonada joya fílmica que es An education (2009) haya prestado sus servicios en este drama lacrimógeno. Esperaba algo más de Lone Scherfig.
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