(1) JOHNNY ENGLISH RETURNS, de Oliver Parker.

EL AGENTE SECRETO
El regreso a la gran pantalla de Johnny English, el agente más insólito del Servicio Secreto de Su Majestad, inequívoca parodia del cine de espías en general y de la saga 007 en particular, se me antoja un discreto ejercicio cómico del conocido actor Rowan Atkinson, si bien resulta inevitable reírse ante la imparable sucesión de gags basados fundamentalmente en la torpeza del protagonista y en su incompetencia para resolver el caso que le ocupa, siendo el héroe accidental de la historia por pura chiripa, todo lo contrario que se espera de los típicos espías retratados en el citado género cinematográfico.
Fundamentado en las profundas raíces del cine mudo y en el absurdo del cine surrealista de los hermanos Marx, Johnny English Returns trasciende el mero espectáculo circense gracias a un planteamiento serio y riguroso tanto en la construcción de personajes como de la misma historia, pero la larga sombra de Mr. Bean acaba resultando una pesada losa en el repertorio gestual del actor principal. Rowan Atkinson no es Jacques Tati por mucho que lo intente, y el film acaba reducido a lo que es: una simple caricatura que garantiza, eso sí, un ligero y momentáneo entretenimiento.
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