(1) DE MAYOR QUIERO SER SOLDADO, de Christian Molina.

TORPE DISCURSO SOBRE LA EDUCACIÓN INFANTIL
Matthieu Kassovitz, Michael Moore y Gus van Sant, entre otros cineastas con talento, intentaron testimoniar o analizar con aceptables resultados el fenómeno de la violencia, pero Christian Molina sólo ha conseguido realizar un panfleto bienintencionado sobre la necesidad de educar bien a los niños para evitar que acaben convertidos en feroces psicópatas. Sabemos que no resulta fácil el proceso de socialización de los pequeños porque hay que transformar su egoísmo natural en respeto hacia los demás sus tendencias agresivas en prácticas solidarias, pero el descarado didactismo del film subordina todo el material narrativo a la demostración de una tesis previa sin la coherencia, la racionalidad ni la profundidad exigibles.
En el cine, como en otros ámbitos de la existencia, las buenas intenciones no bastan como hace patente este torpe relato hispano-italiano disfrazado de producción estadounidense, lo que despierta el hastío de aquellos espectadores que ya conocen de sobra los peligros de una mala exposición a la TV y a los videojuegos, así como lo equivocado de una concepción militarista de las relaciones humanas, aquella que sólo concibe el mundo como una batalla entre fuertes y débiles, entre vencedores y vencidos.
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