(3) EL CAIRO 678, de Mohamed Diab.

CONTRA LA VIOLENCIA SEXISTA
La filmografía egipcia más reciente ha ofrecido su faceta más reivindicativa –inspirada tal vez por esos aires democráticos de libertad y justicia que han recorrido el norte de África y Oriente Próximo y que han germinado en la llamada “Primavera árabe”– para dar justo y necesario testimonio de la precaria situación de las mujeres en el país. Destacó especialmente Mujeres de El Cairo (2009), del reconocido director Yousry Nasrallah, una valiente denuncia del machismo reinante en la sociedad egipcia y de la constante humillación que sufren las egipcias cada día. Ahora nos llega otra cinta, de similares características, que insiste en este audaz mensaje.
Inspirada en hechos reales, El Cairo 678 (2010) narra las vicisitudes de tres mujeres que se proponen defenderse activamente del acoso sexual dominante en Egipto, incluso recurriendo a la violencia, ya que ni la vía policial ni la judicial –contaminadas de un machismo ancestral que las convierte en meros objetos propiedad de un tutor masculino (padre, marido)– las ayuda en su legítima petición de justicia y seguridad. Así, cuando una de ellas clava un cuchillo en la ingle de uno de sus acosadores, se convierte en una heroína anónima que causa un gran revuelo en todo el país.
La opera prima del joven realizador Mohamed Diab otorga a sus tres protagonistas, de distinto origen y contexto social, tal grado de representatividad que se convierte en una certera radiografía social a la vez que una plataforma de expresión de un emergente movimiento feminista egipcio cuyos planteamientos oscilan entre la ruptura –la asunción de valores más modernos de corte occidental– y la reforma –el respeto de las tradiciones y costumbres locales–. Pero seguramente su mayor virtud sea la heterogénea visión que ofrece de la represión moral, de sus causas y consecuencias, gracias a las experiencias de las víctimas del acoso: la más conservadora de todas culpa de la represión a las mujeres occidentalizadas por su imagen y conductas “libertinas” y “provocadoras” –en cierta manera, justificando el comportamiento del hombre(¡!)–, mientras que las otras critican a las tradicionales de haberse sometido al varón aceptando sus rígidas reglas estéticas (el velo) y costumbres, aportando al sempiterno debate multitud de opiniones y puntos de vista.
El Cairo 678 no alcanza, sin embargo, la solidez de la citada película de Nasrallah porque malgasta excesiva atención a subtramas que apenas aportan algo, como la investigación de los agentes de policía, y recurre a cambios repentinos de actitud en personajes secundarios perdiendo el relato en coherencia y verosimilitud. No obstante, el indudable valor sociológico y el atrevido mensaje de denuncia del film lo enriquecen hasta hacer recomendable su visionado.
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