(2) SUPER 8, de J. J. Abrams.

NOSTALGIA + GÉNEROS = ESPECTÁCULO + NEGOCIO
Este film producido por Steven Spielberg vuelve a erigirse en modelo de una industria del cine, la estadounidense, que funciona a la perfección como fábrica de ganar dinero, como un negocio que sabe manejar como nadie el espectáculo y que lanza desde la pantalla al confiado espectador un conglomerado de ideas y de emociones que apenas superan el nivel más elemental, precisamente la razón por la cual sus filmes atraen a unas audiencias millonarias.
J. J. Abrams, discípulo del maestro Spielberg, se convierte aquí en un director hábil y comprometido con la misión encomendada. Movidos por la nostalgia de los tiempos pasados, evocan esa edad mágica entre la niñez y la adolescencia. Y productor y director se embarcan en esa empresa repleta de referencias fílmicas, escogen la ciencia-ficción como género alrededor del cual se edifica todo el relato, sin olvidar las películas fantásticas con extraterrestres y naves espaciales propias de la Guerra Fría de los años 50, integrando algunas canciones pop que marcaron la transición de los años 70 y 80 y aprovechan los abundantes medios que Hollywood les facilita para lograr una espectacularidad, un cúmulo de ruidosas catástrofes y de flamígeras explosiones que dejan tan boquiabierto como fascinado al entregado público asistente. ¿Una barraca de feria? Sí, pero montada con mucha pericia y con cierto talento.
Pese a la presencia de algunos anacronismos, Super 8 es una película de entretenimiento a tener en cuenta por la perfección de sus efectos especiales, por el dinamismo de su ritmo, por la nitidez de su fotografía, por su hondo sentido de la aventura, por la imaginación volcada en la mayor parte del tiempo y por la contundencia de su envolvente sonido.
No me ha interesado su calculado sentimentalismo melodramático de las relaciones del jovencito protagonista -con su padre, un agente de policía; con su madre fallecida en accidente laboral; con la chica de adusto padre; y especialmente con el mismo monstruo destructor-. Tampoco me ha gustado su sutil pero conservador bagaje ideológico: el padre acaba poniéndose el uniforme del ejército USA, el mismo que al principio del film parece ser el auténtico depredador del poblado, para redimir a toda la milicia antes del feliz y almibarado desenlace. Y no me ha convencido esa concepción tan simple que se maneja de la nostalgia y de la camadería. Siempre optaré mil veces por The last picture show e incluso por Cuenta atrás.
En resumen: Super 8 es un espectáculo brillante, bastante entretenido y muy comercial. pero sucede que algunos pocos manejamos otras concepciones del buen cine y preferimos otros modelos estéticos y culturales, otros valores humanos, unas ideas más progresistas y unos lazos afectivos más profundos.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.