VENTURA PONS, DIRECTOR DE “FORASTERS”

«LA SOCIEDAD ESTÁ LIMPIA POR FUERA PERO PODRIDA POR DENTRO»
El estreno de una película de Ventura Pons se ha convertido, de un tiempo a esta parte, en una cita ineludible para cualquier cinéfilo que se precie de serlo. Especialmente en Valencia, donde el director catalán tiene numerosos amigos, de entre los que se encuentra la Cartelera Turia, y donde mantiene la sana costumbre, desde Carícies (1997), de preestrenar todas sus obras en los Cines Babel, sin ningún coste para el erario público, ya que el Palau de les Arts siempre está reservado para otros “eventos”.
En el marco incomparable de una sala de cine presentó Forasters, el vigésimo film de su ya dilatada filmografía, basada en la obra homónima del reconocido dramaturgo Sergi Belbel, protagonista involuntario de la última cacicada del PP en el País Valencià. Cecilia Espinosa, profesora de la escuela municipal de teatro de Rojales (Alicante), ha sido suspendida de sus funciones por el Ayuntamiento popular por incluir en una de sus clases la citada obra del autor distinguido en 1996 con el Premio Nacional de Teatro. El motivo no es que no se dé en inglés, como Educación para la Ciudadanía (EpC), sino que contiene en sus diálogos expresiones que pueden herir sensibilidades. Vamos, que sus personajes hablan como en la calle, con tacos y expresiones sexistas. Tras solidarizarse con la maestra, Ventura Pons calificó la censura, nada más iniciar la rueda de prensa, de “esperpento ibérico propio de la derecha ultramontana” y aventuró que, de no poner freno, lo siguiente será “quemar libros en la plaza del pueblo”. “Se puede mostrar toda la violencia a través de la televisión, en series de ficción o en noticiarios, pero se debe ocultar una obra teatral porque en ella aparecen frases malsonantes y obscenas”, afirmó.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, Ventura Pons decidió adaptar la obra de Belbel, en la tercera colaboración con éste tras Carícies y Morir (o no), por la potencia de la historia. Forasters narra, de forma paralela y con cuatro décadas de diferencia, las miserias de una misma familia sacudida por la enfermedad, obsesionada por las apariencias y trastocada por la llegada de vecinos “forasteros”. Ello le permite, según el director, “retratar la muerte, la hipocresía y el comportamiento humano frente a la adversidad”. “El film nos plantea interesantes reflexiones como considerar a las personas forasteras para ellas mismas, más allá del discurso racista de los protagonistas frente a los andaluces en los años 60 y frente a los musulmanes en la actualidad”, defendió Ventura Pons. En la sociedad multicultural actual, cuyos cambios se producen a velocidad de vértigo, “el rechazo a los inmigrantes es una postura inmovilista y reaccionaria que dice mucho, en negativo, de quienes la comparten”. Para el realizador catalán la inmigración es un elemento positivo: “los inmigrantes ofrecen un punto de vista distanciado y objetivo de la cómo es la sociedad española. Por ejemplo, la cuidadora del padre afirma en un momento determinado que Europa se ve muy bonita de lejos, pero otra cosa es cuando se ve desde aquí”. También se plantea en la película la ironía de la repetición: “las generaciones más jóvenes se rebelan contra las generaciones anteriores, pero en ocasiones los hijos acaban reproduciendo los mismos comportamientos de los padres”. En ese sentido, está proponiendo las siguientes cuestiones: ¿estamos condenados a repetir los errores de nuestros padres?, ¿hasta qué punto estamos influenciados por nuestra familia?
Forasters abarca 40 años de la historia de España para ver la evolución de problemas sociales como el racismo, la xenofobia y la homofobia. “Por sus circunstancias históricas, la sociedad española ha tenido que evolucionar muy rápido en un tiempo muy breve. Tuvimos que esperar a que muriera en la cama el que lo dejó todo atado y muy bien atado para que España progresara socialmente, como hizo anteriormente el resto de Europa”. Y hace referencia a, según su opinión, la escena más importante de la película, cuando la madre enferma de cáncer está siendo bañada por su hijo y le pide a éste que oculte su homosexualidad y se case con una chica “fea pero rica” para aparentar. “Nos encontramos ante una sociedad limpia por fuera, pero podrida por dentro”, sentenció el realizador catalán, citando literalmente una frase del personaje interpretado por Anna Lizaran. La madre llega a sugerir a su hijo que, si la naturaleza le reclama, satisfaga sus necesidades homoeróticas con gente desconocida y, a ser posible, pagando, para que nunca llegue a ser algo más que una mera transacción. “A pesar de los cambios, se sigue dando mucha importancia a la apariencia. Hay mucha hipocresía social. Son cosas que cuestan mucho de superar”, defendió Pons. De hecho, narrar dos épocas distintas de forma paralela le ha hecho más consciente de los cambios que se han producido, además de agilizar la narración. “El tiempo ha sido, en esta película, un recurso con el que he jugado. Realmente me he divertido”.
Ventura Pons siempre se ha considerado un autor, pues la adaptación al cine de novelas u obras teatrales siempre requiere un esfuerzo intelectual que transforme el original en una obra totalmente nueva e independiente, con sus características propias. En Forasters, “fundamentalmente he tenido que condensar la historia y he introducido algunos temas actuales que no aparecen en el texto de Belbel, como la violencia machista, la inmigración o la relación existente entre el sexo y la muerte, polos opuestos de la conducta humana”, dijo.
Posteriormente, se despidió de los allí presentes con un escueto ¡hasta pronto! Así sea.
Pau Vanaclocha
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